lunes, 10 de julio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Síndrome

Stendhal viajó a Florencia en enero de 1817. Marie-Henry Beyle, que era su nombre, llegó a Italia unos meses antes. Traía hambre de arte. Había pasado por Roma, Nápoles, Milán y Bolonia. Terminó en Florencia.

En sus calles, sembradas de  belleza, se empapó. Desde la cúpula de Brunellechi, esa que decían sus contemporáneos que se iba a caer de un momento a otro, y que todavía sigue en pie, hasta la Santa Croce. Visitó el palacio de los Uffizi, la Plaza de la Signoria, el Ponte Vecchio…

En la Santa Croce, donde está enterrado Miguel Ángel,  dicen, que sintió una descomposición. Un médico lo atiende. Le tomó el pulso. Le diagnostica algo así como ‘empacho de arte’. Otros, de una manera más sutil, lo llaman ‘síndrome de Shendhal. Como quieran. Florencia, más lo que traía en el cuerpo, da para eso y para más.

Stendhal nunca vino a Málaga. Por aquí vinieron otros viajeros románticos; buscaban toros, cante y bandoleros. Cuestión de gustos y de andar los caminos que, en aquel tiempo, no eran ni seguros ni cómodos.

Si Stendhal si hubiese acercado a Málaga en aquel tiempo habría visto una Málaga muy diferente a hoy. Si jugamos con eso que se llama fantasía, habría bajado de un crucero en el puerto; cruzaría el parque y vería cómo se enrosca el embrujo en Puerta Oscura y sube por Gibralfaro y se chorrea por la Alcazaba.

En la Plaza del Merced podría saber lo que significó Torrijos para el Liberalismo y Picasso para el arte; por calle Granada, una entradita al Santiago  - oigan, lo han dejado precioso – y al tiempo un repaso a lo que es la libertad para el preso y de lo trabajan Edu y Paco Valverde en ese tema...

Por Santa María lo que hay de gótico en Málaga, y un poco más allá, aquello de “en el café de Chinitas / le dijo Paquiro a su hermano / soy más torero que tú / más valiente y más gitano…”


Desde calle Larios  - si entró a la sillería del coro de la catedral todavía la traería en la retina y habría sabido quien fue Pedro de Mena – cuando llegase a la mediación, solo tendría que levantar la cabeza, y mirar, y entonces, solo entonces sabría que el perfume de biznagas en las noches de verano aún hace más hermosa la belleza de la “manquita”…
La imagen puede contener: cielo y exterior

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