El Levante se arrancó a media
mañana. Alguien del campo habría dicho que ‘hoy no han madrugado las malagueñas’. Cuando la brisa llegó a
tierra adentro el sol ya estaba alto. El sol estos días le coge la delantera a
mucha gente.
Me encontré en el Sol del Río -
iba de soles y aire el día - gente amiga. Encuentros que gratifican. En la puerta, bajo
una sombrilla –esas sombrillas playeras que ahora han puesto una nota distinta
en las terrazas de los bares – hablamos de rosas, y de viajes, y recordamos a
otras amigas que viven lejos pero que están muy cercanas.
Dice la radio del coche que hay
una plaga nueva en el olivar. Viene de Italia. Al campo parece que le ataca
todo, o casi todo. No sé ahora quién tendrá la responsabilidad que se haya colado
en las alineaciones de plata y sueños. Ya se sabe cuando entró el gusano picudo
que se ha cepillado miles de palmeras los de los controles fitosanitarios
declinaron toda la responsabilidad. Dijeron que los había traído el viento que
venía del mar.
Me da miedo. El Levante viene
del mar. ¿Será cosa del Levante eso que han detectado en algunos olivares de Jaén? En otros sitios de interior, al menos que yo
sepa, por Bobadilla y por la depresión de Antequera y por las tierras del sur
de la provincia de Sevilla, al Levante, lo conocen como solano. No sé cómo se
le llama en esa tierra de la que decían que no era tierra andaluza aunque
Lolita Linares y los Galindos pregonaron otra cosa.
La brisa, a más; bambolea las
rosas. Hay una alfombra de color en los
arriates. Todas van al ritmo que les marcó su destino; todas juntas, bajo la
batuta de Él, son una sinfonía de colores: fucsias, rojas, amarillas, ocres, blancas,
rosas. Avanza la mañana; el cielo azul, muy azul. Un rosario de aviones busca
pista en el aeropuerto. Canta un mirlo en el soto del arroyo; hay gresca de
gorriones en el alero del tejado… ¿será por el Levante?
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