Dicen, que los franceses
inventaron el chauvinismo. Olé por los franceses. Las retransmisiones de la
televisión gala del Tour son una gozada. ¡Qué manera de enseñar los suyo! Las
imágenes preciosas. La marcha de los ciclistas es la excusa perfecta para
mostrar palmo a palmo su país.
Solo tiene un inconveniente. O
siesta, o Tour porque ‘soplar y sorber’,
ya se sabe. Francia es una fiesta al
paso de la carrera. Pueblos medianos; otros pequeños, casi aldeas, en la calle.
La gente a pie de carretera; el
entusiasmo generalizado.
A esa hora, a la hora de la
siesta, cada año nos traen como aquel anuncio del turrón en Navidad, los puertos
emblemáticos, los ríos señeros, los bosques tupidos, las campiñas feraces, los
viñedos exuberantes. Todo limpio, todo pulcro. Todo a pedir de vista donde se
ve que el civismo, la urbanidad y la educación no se venden en el supermercado de la esquina.
Ríos bellísimos de aguas
azules, claras, limpias; bosques tupidos; frondosidad de lo verde. Campos
sembrados de cereales: maizales, trigos, campos de centeno. En la montaña, en
la alta montaña esperan su momento el Col d’Aubisque, el Tourmalet, la Croix de Fer...
El esfuerzo de los hombres de las bicicletas, colosal; el paisaje, sin igual.
No hay papeles, ni cartones, ni
basuras en las cunetas; no exhiben el muestrario de latas que crecen, tan
generosamente, tan ‘espontáneamente’ en nuestras carreteras. Esta gente del país
vecino con nosotros tiene algunos puntos en común; en otras cosas hace mucho
tiempo que se nos escaparon por delante. Vamos, que no les vemos el número del
dorsal.
La gente hace una fiesta del paso
del Tour por sus ciudades, por sus pueblos, por la puerta de sus casas. Setos recortados.
Detalles de buen gusto. Muestran su bandera; ondea al viento. Enseñan sus
habilidades, lo que producen en su zona. Todo sin grandes dispendios. Unas
pacas de paja, por ejemplo, sirven para confeccionar una bicicleta, o una mesa
que invita a su gastronomía, o unas botellas del buen vino que crían en la
región…
Olé por ese espectáculo visual
que cada siesta se nos coloca, enfrente, en el saloncito de nuestra casa…
Pues, si es así, chupemos rueda de civismo, a ver si en un descuido pedaleamos firmes y los adelantamos.
ResponderEliminarLo tenemos difícil; el publiquito me parece que no está por el esfuerzo.
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