España está achicharrada.
Normal; en julio, en el hemisferio norte, precisamente lo que no sobra es frío.
España tiene el termómetro a punto de saltar hecho añicos por mor de un montón
de cosas que se han acumulado.
La política como que es para
pasar. “Quítate tú, que me pongo yo”. Pues eso, con su pan - y nuestros impuestos – se lo coman. No hace
falta el arco iris de colores. Está tan clarito como un mediodía de sol de
estos que nos alumbra.
Dicen que la Guardia Civil no
va a tomar medidas para acabar con las retenciones de coches que retornan de la
playa. No sé qué querrán que haga la Guardia Civil. Dotarlos con un pico y una
pala para que amplíen las calzadas a lo peor no entra entre sus cometidos,
vamos digo yo.
No quiero dar ideas. Al igual
me copian y hay alguna lumbrera que pone
eso de días pares y días impares…, o de los de pueblo o los de las capitales…
Pregunto y los que ¿no son de pueblos sino de ciudades de medio pelo para
arriba qué hacemos con ellos?
Bueno, si se nublase de vez en
cuando puede que a alguien le quite la idea de irse a la orilla y ver cómo van
y vienen las olas, y como los barcos se pierden por el horizonte…. A mí siempre
me asalta la pregunta ¿adónde irán esos barcos lejanos que se pierden
lentamente? No encuentro la respuesta.
Dijo un expresidente del Reino
de España que se iba a dedicar a contar nubes. Está claro, yo no soy
expresidente pero cuento aviones. Cada noche, sentado en el rancho, cruzan el
cielo, bastante más bajos que las estrellas pero más altos que la parra entre
cuarenta y cincuenta… Vienen de lugares lejanos, la cercanía del aeropuerto lo
hacen bombones de colores con luces que parpadean.
Durante el día se ven lo
colores del fuselaje. Uno de mi pueblo, el otro día me dijo: “¡Po anda que el del pico colorao, no pega
viajes ni ná…!” España está achicharrada. Ya ven, cosas que pasan.
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