Marie-Henry Beyle, o sea Stendhall,
el del síndrome en Florencia; el que dejó dicho que lo mismo que de amor, de
empacho de arte también se muere, y si no se llega a tanto, se queda uno casi
al borde, en el escalón de la puerta..., nunca estuvo en Málaga.
De haberlo hecho, habría
paseado por calle Larios hasta el pedestal donde Mariano Belliure subió al II Marqués que dio nombre a la calle
con el sombrero en la mano… Hay quien dice que era como reverencia a las
procesiones que giran, allí, en la doble curva. Me pregunto: ¿no podría ser
como cortesía a las mujeres que pasaban a su lado?
Stendhall, si era hora, tomaría
un chocolate con churros en Casa Aranda, iría, luego, al mercado de Atarazanas y se preguntaría cómo
puñetas llegaban hasta allí los barcos con sus mercancías. Claro que aún la
Alameda no había empujado todavía más hacia sus adentros a la mar…
En la Casa de Guardia supo que
es un ‘Pedro’, y ‘un ‘lagrimas’. y ‘un moscatel’ y qué es el sabor de lo
antiguo y de lo añejo. Hay quien lo confunde con la cochambre y con lo viejo.
Son cosas distintas. Allí pudo saborear todo – lo poquito – que Málaga ha
sabido conservar de aquel tiempo de vendeja cuando las mujeres envolvían en
papel de seda blanca sus cajas de pasas…
Llegó, después, a la Plaza de Felix Saéns, ese reducto de
arquitectura modernista al que un alcalde se empeñó en poner un muro delante
para ‘evocar’ – decía - la muralla árabe. Ese alcalde, que fue un buen alcalde,
tuvo, también, algunos caprichos que el sentido común le fue echando a tierra.
Son cosas que suelen pasar algunas veces.
Subió por calle San Juan y allí
se extasió. Miro al cielo y vio cuánta belleza araña el azul, casi añil y permanente
donde juegan al pilla-pilla con las nubes las torres de sus iglesias cuando salen al recreo. Entró y vio, en una
inscripción, hasta dónde habían llegado en una ocasión las aguas del río
Guadalmendina…
Cuando salió, otra vez, a la
calle, se perdió por Cinco Bolas donde nunca entra el sol y van la mujeres a
comprar lanilla para hacer jerseys de punto… Se giró, miró, respiró hondo y no
dijo nada…
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