martes, 18 de julio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Noche de verano

Ha avanzado la tarde; pasa el tiempo. El sol se despidió primero de las lomas de Virote; luego, se remontó al Cerro de la Fiscala. Doró las últimas cumbres de El Torcal. Era un sol amarillo y cansado. El sol del verano madruga mucho. A ciertas horas se entrega como los toros mansos en tablas…

Se ha hecho noche cerrada. El cielo, el cielo de julio tiene el encanto de las noches de verano. Es placentero y quieto. Se ha llenado de sueños incumplidos - ¿o no? y están, tan distantes, que se antojan inalcanzables.

Hace un rato llegaron mis nietos. Pasamos un primer repaso a la parra; luego, otro y otro… Las uvas ya pintonean. Es una aventura eso de  trepar desde los hombros del abuelo a las alturas a las que los niños no llegan.  Abuelo, otra vez, otra vez… ¿Quién disfruta más?

 ¿Ves aquel punto que se mueve? Es más pequeño que una  estrella, menos reluciente,  le digo a mi nieto, eso es un satélite… “Abuelo, y ¿adónde va”? a ninguna parte, le contesto. Da vueltas y vueltas y vueltas…”Ah”, me dice en su asombro de niño…

Ha virado el viento. Ahora sopla de poniente. Es un viento que viene caliente. El viento que sube de la mar refresca y trae pespunteos de brisa. Es más especial que otros vientos. El viento de poniente, cuando no sopla desde el Estrecho, viene caliente porque atraviesa la tierra caldeada.

Pasan coches por la carretera. Las hojas de la parra, de vez en cuando, tienen un abaniqueo imprevisto. Debe ser algún pajarillo; busca un mejor aposento. Los pajarillos en las noches de invierno se refugian en las ramas más bajas de los árboles; ahora, no; ahora, en esos lugares por donde les entra algo de fresco y no llegan los gatos.

La dama de noche tiene un olor que embriaga. Es un olor sensual, profundo, penetrante. Es un olor propio de esas plantas que dan toda su gracia amparadas en la oscuridad. Dejan la luz del día para las otras; ellas compiten con lo mejor que tienen: regalan fragancia.


Huele, también,  a campo seco y parva en la era. En la lejanía se escuchan las cencerras de las bestias. Carean en el rastrojo. Las bestias aprovechan esas horas más frescas de la noche y se comen los pajotes que dejaron las cosechadoras. Ladra un perro…

Resultado de imagen de el cielo en una noche de verano

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