miércoles, 7 de junio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Olor a tierra mojada

El Danubio por Viena ni es azul ni tiene ritmo de vals. El Danubio es un río inmenso que viene de muy lejos y va más lejos aún. Nace en la Selva Negra y llega, después de pasar por muchas tierras – diez países – hasta el Mar Negro, (de negrura puede ir la cosa) por Rumanía. Es el segundo más largo, después del Volga de Europa…

Pero no andamos hoy en clase de Geografía. ¡Qué lejos queda don Emilio Mandly explicándonos aquellas cosas y sembrando en las almas de muchachos inquietos  la semilla por conocer todo aquello que, indudablemente llegaría algún día!

El niño se hizo grande y viajero empedernido. Se sentó una tarde de finales de primavera en el Café Opera. Viena se abría inmensa; Viena tiene el poso de las ciudades que fueron muy importantes. Afortunadamente no ha perdido el ‘pelillo de la dehesa’.

El viajero deambula por sus calles. Se acerca hasta la iglesia de San Carlos Borromeo. Anuncian un concierto de Mozar. Retorna hacia Karlsplatz. El cielo, plomizo. Nubes de tormenta; calor. Descarga el aguacero. Se refugia bajo unos soportales frente a la Opera…

Se sienta en una mesa; la mesa está coja. Sobre el tablero una maceta de romero. Un camarero chino le sirve un refresco. El hombre quiere cobrar pronto. Desconfía, hace bien. Sentado frente a la mole soberbia del Palacio de la Ópera cree que uno ¿se va a levantar y se va a ir sin pagar? Pero hombre de Dios, qué pensamientos le pueden pasar por la cabeza… Si el lugar es para estar horas y horas, absorto en la belleza que tiene frente a sí.

Se incrementa el bochorno; arrecia el aguacero. Cuando escampa, en el cielo – como en todos sitios – se abren claros. Este cielo sí es azul. Azul pureza y no con el azul de uniformes franceses flotando por el río que inspiraron a Strauss el vals universal.


Pasan tranvías; pasa mucha gente. Van, vienen; suben y bajan de los medios de transporte. Los tranvías llevan, en el frontal, desafiando el aire, la bandera de la ciudad y la bandera Arco Iris. Hay un chorreo constante de autobuses de turistas: Viluca Tours, Sigteseeing, Wienner Lockabahmen, el 59 Bhf Meiding, Sicher-Sauber-Ökologisch... El viajero saca el cuaderno de anotaciones; toma nota. Hay olor a tierra mojada.

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