Caín, dice el Libro, era malo. Nació fuera del Paraíso y, desde entonces, su espíritu fue de un sitio a otro. Recorre toda la tierra. No
encuentra aposentamiento y se las anda buscando a ver dónde puede liarla más
grande. Dice el Libro, también, que Caín mató a su hermano y que no agradaba a
Dios.
Se disfrazó de hombre bueno. Lo suelen hacer casi todos los
que son malos. Se colocan en los lugares donde su poder de maldad es mayor. Caín,
como las malas semillas no es una sola, no; son muchas. Solo hay que abrir una
mañana el periódico o escuchar las noticias.
Caín vende papeletas de embarcación a gente que nunca vieron
el mar y que, por supuesto, no saben nadar. Los mete en pateras, en embarcaciones
de plástico o de goma y los lanza a la ventura del juego de las olas… Luego ,
pasa lo que pasa.
Caín está en los sitios de decisión. Esos ‘caínes’ no firman los tratados que son
buenos para todos porque dicen que
perjudican a sus economías y si el Planeta se hace un desierto o se va al
garete, ellos pasan olímpicamente. Los cambios climáticos les afectan a los
pobres; a ellos, por supuesto que no.
Caín vende papelinas adulteradas. La gente quiere ser feliz. Hay
mucha gente que busca la felicidad; no la halla. La gente cree que la felicidad
está en un polvo blanco, en una inyección, en un ¡vaya usted a saber qué
invento! y da lo que no tiene por conseguirlo…
Caín le ‘da’ el dinero que recobra con intereses desorbitados
a otros aspirantes a caínes para que les compren las armas con las que se
matarán entre ellos, y a los vecinos, y a los que viven un poco más allá, o a
los que iban a cenar a un restaurante, a un concierto, a coger un tren, o a dar
un paseo una tarde de verano en la fiesta de su ciudad.
Caín le pega fuego a los bosques. Ha ardido una porción
enorme de tierra en Portugal. Ahora lo hace en el entorno de Doñana y,
precisamente, todo ha arrancado en un pueblo donde Platero comía margaritas en
sus prados. Se ve claro, Caín no respeta nada…
No hay comentarios:
Publicar un comentario