Esta mañana, al amanecer, había una sinfonía de pájaros en
la higuera. La higuera está en la vereda que pasa por el borde de la alberca y
sigue camino hacia la sierra. La higuera, frondosa y exuberante, es un refugio,
según a qué altura, para los pájaros de contorno.
Los más madrugadores son los mirlos. Su desayuno de fruta,
conforme van madurando las brevas, es exquisito. Buscan en los pimpollos, las
brevas – porque como estamos a las puertas de San Antonio y de San Juan es tiempo brevas – que ya van tomando color y
están rayadas.
Luego hay una banda de pajarillos de muchos colores. Es
gente menuda; no son tan golosos como los mirlos. Entre sus hojas buscan el
refugio seguro de otros pájaros más grandes, o sea, cernícalos y primillas que
les tienen declarada la guerra sin cuartel. Ya se sabe con las cosas de comer
no se juega.
El día amaneció entelerañado. El cielo, sucio. El aire de
levante dejó un velo sutil como una gasa de nubes que pone suave los pajotes
del camino, las yerbas que han cumplido ciclo, la mies a punto de siega, y los
garbanzos que no se han rabiado. Todo invita a una vida menos áspera y más
llevadera.
En lo más alto de los cipreses del huerto una pareja de tórtolas turcas
tienen un nido. Su arrullo es monótono y
cansino. Esas aves a mitad de camino entre las palomas y la tórtola que se iba
y venía de África, cuando llegaba el otoño o cuando se anunciaba primavera…,
esas son una invasoras que se han adueñado de parques, de sotos, de palmeras…
La blandura abre a medida que avanza la mañana. El sol se ha
abierto paso. Esto es para más calor, decía, mientras le daba unos tientos
callados al calibre de aguardiente, un hombre
con la cara marcada de surcos profundos, las manos endurecidas y esa
mirada de quien sabe más, mucho más, de
lo que dice…
La blandura permitía el acarreto de gavillas a la era en la
barcina que empezaba de madrugada, claro que eso era antes, mucho antes que las
cosechadoras con cabinas de aire acondicionado y música en estéreo peinasen el
campo con rayas paralelas que se pierden al trasponer de la loma.
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