lunes, 26 de junio de 2017

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Está ahí

Está ahí, donde siempre; como siempre, desde no se sabe cuándo. Azul y sugerente;  está esperando la mirada desde la orilla. Agazapado, no lo dice y oculta los sueños enterrados, mejor  -¿cómo se le puede llamar a los sueños sepultados en el mar? – quieto y aparentemente tranquilo…

Está ahí orlado por montañas lejanas. Son las montañas de la Axarquía. Las tierras que están al este de Málaga, es decir, las tierras por donde, cada mañana aparece el sol, ese sol implacable que estos días viene con más fuerza, o al menos así lo parece, que otras mañanas, y luego, al medio día se enseñorea de todo y nos achicharra.

Unas pinceladas de  nubes como opositoras a que Murillo la inmortalice bajo los querubines que orlan sus Inmaculadas coronan sus crestas. Son nubecillas tímidas, aprendices de nubes. Se asoman a ver la quietud que se abre bajo sus pies y no dicen nada. Miran, contemplan y luego, cuando vayan por otros sitios contarán que ellas ya estuvieron ahí.

Otras montañas más cercanas se ofrecen al alcance de a mano. Son tierras de cultivos de almendros, de algarrobos, de aceite;  desde hace unos años, tierras donde el aguacate y el mango ponen sabores tropicales en competencia con la almendra de los dulces de Navidad. La pasa, la pasa moscatel que dio nombre, santo y seña a la tierra que la vio nacer, y luego fue vino de misa y mesa,  y elixir, se abre paso en un mercado de competencia.

 Resuena en el subconsciente la voz de Luz Casal. Recuerdo el mensaje entre un sabor semiamargo  de  pistacho nuevo. Y evoco que eres mi muerte y mi resurrección, mi aliento y agonía, de noche y de día, y descubro algo nuevo que antes no veía. Y brotan en mí, como este día tórrido de comienzos de infierno, quiero decir, de verano, sentimientos  nuevos que antes no sentía…

Y sigue ahí, donde siempre, como siempre, agazapado. Tumba azul para los que huyeron de la miseria sin saber que al otro lado de tu orilla hay otra miseria que algunos  no van a llegar a conocer nunca.


Azul y placentero; mar de Ulises y sirenas que cantan canciones para adormecer a los marinos incautos; mar que no sabe de fuegos y candelas de otras orillas porque  él saluda, a su manera y estilo, al verano que llega.

La imagen puede contener: océano, cielo, exterior, naturaleza y agua

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