La pintan
como una muchacha agraciada; de tez fina; ojos grandes y pelo de color rubio
oscuro; rasgos suaves y boca grande; la barbilla alargada proporcionaba aún más
belleza a su cara. Se conservan dos cuadros con rasgos muy similares: en el
Museo del Ejército en Toledo y en la Academina de la Historia.
Manuela
Malasaña es una de las muchas heroínas que surgen en España en el levantamiento
con los franceses el Dos de mayo de 1808. Hija de un panadero de origen
francés, Jean Malesagne, que había ‘castellanizado’ su apellido por Malasaña y
Marcela Oñoro. Nació en Madrid en 1791
De profesión
costurera. Algunos autores dicen que bordadora en un taller cercano a su
domicilio en el cuarto piso del número 18 en la calle de San Andrés. No hay
tampoco unanimidad de cómo acaeció su muerte.
Según unos,
su padre defendía desde la ventana de su casa el cercano cuartel de Artillería
donde Daoíz y Velarde resistían heroicamente. Manuela le facilitaba pólvora y
municiones. Una bala perdida le ocasiona
la muerte. Solo contaba diecisiete años.
Hay quien
opina que su muerte ocurre al día siguiente; o sea el Tres de mayo. Manuela va,
sola, del taller a su casa. La abordan
unos soldados, pretenden abusar de ella; se resite. En el registro encuentran
unas tijeras que dice que es un instrumento de su trabajo y que utiliza en su
labores.
Los soldados
la consideran un arma. La matan. Lo que está demostrado es que su cuerpo sin
vida lo trasladan a la cercana parroquia de San Martín de la calle del
Desengaño, para posteriormente darle sepultura, como persona pobre, en el camposanto del Hospital de la Buena dicha.
Manuela
Malasaña da nombre a una calle con que el pueblo de Madrid quiso recordar a una
de las personas llanas del pueblo que se levantaron contra la invasión
napoleónica. Años después la movida madrileña ha borrado el primitivo nombre de
Barrio Maravillas para pasar a ser conocido como Malasaña.
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