viernes, 15 de abril de 2016

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El hombre de blanco

Safo fue una mujer que escribía versos. Eran versos bellísimos. Ensalzaba el amor hacia otras mujeres. El amor ni tiene barreras ni tiene límites. Quien le ponga cortapisas al amor se equivoca. Safo tomó el apellido de su tierra y, desde siempre, se conoció como Safo de Lesbos.

Lesbos está a tiro de vista de Turquía, o lo que es lo mismo muy cerca del Asia Menor. Los griegos están en Lesbos desde que se pierden los recuerdos en el tiempo. Por allí pasaron los hititas; el padre Homero habla de ellos en la Ilíada. No todos los pueblos tienen ese honor.

Las aguas limpias y cristalinas del mar Egeo bañan los acantilados. Llegan hasta la orilla. Los atardeceres, placenteros; el cielo de un azul intenso; la caliza de sus montañas hacen que el mar, en algunos puntos, sea un mar profundo y enigmático.

En Lesbos dicen que viven de la agricultura: olivos centenarios, acebuches entre roquedos; llanuras fértiles de cereales y frutas, todas las frutas que desde siempre han cultivado los hombres del Mediterráneo, y del turismo.

Hasta aquí la poesía. La realidad es otra. Muy cerca de la isla paradisíaca - al otro lado del mar - la gente se odia; se matan. Un horror; se destruyen ciudades y están casi a punto de acabar con una civilización. Otra gente huye. Tienen miedo. Lo han perdido todo, menos su pasado.

Llaman a las puertas de Europa. Quieren refugio; una tierra nueva. No es el primer pueblo que camina despavorido. Se han echado al mar que no es tan poético como yo les hablaba antes. Es un mar sembrado de muerte.

Europa los ha recibido con una larga cambiada. Deportación y pago a Turquía para que los acoja. Grecia dice que ellos no pueden; los pueblos vecinos ni pueden ni quieren. La tragedia es la noticia del telediario de cada día.


El hombre que viste de blanco y vive en Roma va mañana. Su visita a los refugiados – seguro que intentarán llevarlo a otro sitio – se burlará de las alambradas porque su sola presencia ya es la denuncia ante las conciencias adormecidas y que miran para otro lado.
Un policía griego observa la llegada a Lesbos de una embarcación con inmigrantes ilegales y refugiados procedente de las costas turcas

No hay comentarios:

Publicar un comentario