Se llama “Cobradiezmo”. Está marcado con el número
37; pelo cárdeno, pesó 562 kilos y es de la ganadería de Victorino Martín. Lo
lidió Manuel Escribano…El presidente - el público, también - de la plaza más
entendida de España (lo que es decir, del mundo) dijo que se vuelve a la
dehesa: las Tiesas de Santa María.
Lo lidió Manuel Escribano. Un torero de Gerena. No
tenía ‘sitio’ entre la nómina de ‘figuras’. Las figuras torean otras
ganaderías. A partir de ahora entra en la historia de la Sevilla taurina;
muchas figuras, no.
Salta la noticia. Perdonan la muerte a un toro en
Sevilla. La Real Maestranza tiene más de doscientos años; el segundo, que se
indulta… Es un bofetón sin manos – con dos pitones, eso, sí, bien puestos – contra tanto torito de
factoría, contra tanto descafeinado y sucedáneo, contra tanto cuentista que
hace demasiado daño a la Fiesta…
Las Tiesas de Santa María son tierras cacereñas.
Cerca de Cañaveral; a orillas del Tajo. El río de Garcilaso, que remata en la
hoz de Toledo como los toros bravos rematan en tablas. El Tajo cruza por otras
sierras y por las tierras pizarrosas de la dehesa extremeña. Un pantano lo
remansa; luego, sigue camino a Lisboa…
Victorino Martín, el ganadero; un hombre hecho a sí
mismo. Rudo, serio, con inteligencia natural de los que conocen a los cojos
tendidos. Ve lo traspuesto; un hombre de
campo.
“Una
ganadería es un territorio de románticos cuidado por románticos”. Lo dijo
Barbeito en la presentación de los carteles de la Feria de Málaga. De esto hace
unos años. Venían, a la ‘ciudad del paraíso’, los “Vitorinos,
leyenda de sangre y gloria”.
Hoy, en el mundo taurino, son más leyenda aún. Ya
son historia. El nombre de este toro se escribirá con letras doradas. Vuelve a
la ganadería entre jaramagos, margaritas y cantuesos; entre encinas y retamas;
acebuches y enebros.
El viento llevará su nombre, por la soledad de los
campos, en las noches de invierno. Otros toros sabrán del hecho y conocerán que
allí, echado en el pedregal al amparo de rocas de granito, él capotea el
tiempo; se llama “Cobradiezmos”. Sevilla tuvo que ser….
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