Paco García escribió hace muchos años que a Pepito, “el
Jorobao” se lo había llevado la luz de la mañana. No sabemos qué luz, de este
día tan gris, se habrá llevado a Paco Romanones. Me dicen que su hermano lo
encontró cuando ya dormía profundamente en el seno de Nuestra Madre la Virgen
de las Ánimas…
El costumbrismo es la fotografía que para el tiempo. Lo deja
quieto. No lo mueve. Todo queda en color sepia. Con color de entonces. Con
color del recuerdo donde se difuminan tantas cosas que, a veces, ya no sabemos
qué era realidad o qué eran sueños.
Cualquier detalle insignificante cuando ya no esté se
recuerda como algo esencial. La voz de su padre rompía el sopor de la siesta;
achicharraba el verano. Voz ronca;
atronadora. Vendía ‘helado’ de avellanas. Era la ración de una horchata
exquisita, fresca, única. Pero ¡ay! el necesitaba la peseta y nosotros no la
teníamos…
Una ‘garrafa’ de corcho cilíndrica forrada por el exterior y
rellena de hielo. La llevaba sobre el hombro sostenida con una mano; en la
otra, una vasija de cinc, a modo de cubeta, con unos vasitos que se enjuagaban en la misma
agua…Romanones pregonaba y su voz se perdía en la calle desierta.
Inés, su madre, sobresalía entre las voces del coro de
mujeres en aquellas novenas a la Virgen de Flores con cortinajes colgados que
embellecían las desnudas paredes del altar mayor. Inés sabía más villancicos que
nadie; sabía todas las coplas de ‘iglesia’ mejor que nadie. Siempre dispuesta a
contarnos cuando íbamos buscando saber de nuestras cosas...
Con Pepe Rosas, un día en su casa le pregunté del porqué del
apodo. “Niño, me dijo, me viene por mi abuelo que se parecía en la cara y en el cuerpo al
conde famoso y, además, le gustaba mucho la política.
Hoy se nos ha ido Paco, su hijo Paco, Paco González Ramírez,
Paco ‘Romanones’. Estaba sobrepasado de peso. Seguía la escuela de su padre en
la artesanía del helado de avellana. Por cierto, cuando ustedes quieran, el
remate ideal para una noche de feria:
helado de avellanas – aunque ya no pueda ser de Romanones – con churros. ¿A qué
no me creen? Los perotes sí saben lo que digo…
Hablar de alguien que se ha ido es duro, pero aún más de aquellos que son como esa familia.
ResponderEliminarAsí es Juan. Una familia entrañable.
Eliminar