lunes, 20 de abril de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Locura

“Y va el capitán pirata /cantando alegre en la popa/ Asia a un lado /y,  al otro Europa”… Y el profesor jugaba a la adivinanza con el puñado de chiquillos en la clase de Geografía. ¿Por dónde navega el capitán pirata?

-          Maestro, por el Bósforo…

-         

-          Maestro, por el Mar de Mármara…

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-          Maestro, por los Dardanelos...

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-          Maestro, por el Mar Negro…

 

Y, el profesor esbozaba una sonrisa. Miraba cómo aquel puñado de inteligencias, espabilados como ardillas, se ‘perdían’ por el mapa y buscaban la respuesta. El profesor tenía las manías de recorrer con sus alumnos los caminos de los mapas y juntos lo pasaban muy bien.

-          ¿Sabe usted, me decía hace unos días, uno de aquellos niños que he ido a visitar Estambul, por aquello que usted nos hacía buscar en el mapa?

El profesor hoy ha sentido como se le paraba la sangre. Lo decía la radio. Un chaval de la edad de aquellos en lugar de jugar por los mapas se entretenía en pensar cosas raras; muy raras. Porque que un chaval con trece años piense en catanas, ballestas, navajas, bombas y puñales… Pues ¿qué quieren que les diga?

Son momentos de preguntas sin respuestas. ¿Qué puede hervir en la olla de un niño de trece años para que haga cosas como la del chaval de Barcelona que se mancha las manos de sangre y muerte?

Dicen que pudieron ser más muertes. Dicen que con la Ley del Menor no le pasará nada. Dicen que, entre los docentes, ha caído una losa enorme porque algo no funciona. No es momento de buscar culpables pero sí de buscar remedios.

Estoy seguro que a La Moreneta se le han caído esta mañana dos lagrimones grandes. Grandes como aquellas rosas que compraba cuando era joven en Monistrol de Monserrat – las más bellas rosas porque se crían bajo el manto de la Virgen – que he tenido en la afición de coleccionista.

La Moreneta también habrá llorado por las noticias que vienen de Lampedusa. Ya no es azul el mar de Ulises, ni navegan capitanes piratas en versos de poetas. Es un mar de tragedia y muerte. Odio, miseria, incomprensión… Madre como no eches una mano, los hombres no arreglan esto.

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