lunes, 6 de abril de 2015

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Al-Hadr

Los asirios vivían al norte; su territorio pobre e inhóspito. Se dedicaban al pillaje y a la guerra. Al parecer fueron los descubridores de la rueda aplicada a los carros de guerra y tenían armas de hierro. Su capital estaba en Nínive.

Los babilonios vivían al sur; territorio fértil y productivo. Pueblo culto y hedonista. Tenían la comida más fácil y, entre otros aportes, dicen que construyeron jardines colgantes que embellecían la ciudad. Su capital fue Babilonia.

Por en medio, de sur  a norte  – Mesopotamia- una tierra regada por las aguas de los ríos Tigris y Éufrates. Cuentan que entre ambos ríos antes que Eva y Adán metiesen la pata allí estaba ubicado el paraíso terrenal al que, cada tarde, Dios bajaba y echaba un rato con la pareja…

Pero puestos a decir hay que preguntarse algunas cosillas. Verán. ¿Alguien ha pensado qué tamaño tendría la cruz donde crucificaron a Cristo de ser ciertas todas las astillas que se han paseado, a modo de relicario, en todas las procesiones de estos días?

 Hay, más. Hay quien riza el rizo. En la catedral de Valencia tienen el cáliz de última Cena y en Colonia, junto al Rhin, en Alemania enseñan el sepulcro de los Reyes Magos. En un cofre afirman que están sus cenizas. La gente le rinde veneración  culto y ante eso…

A lo que iba. Hatra se une a Nimrod, Dur Sarrukin, Ashur, Samarra y  a otras ciudades milenarias destruidas por el fanatismo religioso. Sus destructores se confiesan seguidores de Abraham y Mahoma que destruyen los ídolos falsos de los sitios a los que llegaban.

Cuando el fanatismo se adueña de las religiones ocurren cosas como estas. Casi ninguna religión está libre de tirar la primera piedra de no haber destruido culturas y manifestaciones con las que ellos estaban en desacuerdo.


En este mundo de progreso y comunicaciones sin fronteras hay que algo que no funciona. Demasiados plomos fundidos. Siempre he dicho que para levantar una catedral se necesitan años; para su destrucción un pirómano y una la lata de gasolina o una máquina… ¡Qué pena!

1 comentario:

  1. Cuanta razón tienes. Me pregunto: porqué la maldad y destrucción es más fácil y cómoda, y es más sutil que la construcción?

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