Los hay también que van por otro camino. Verán, el camino de
la realización personal. Sus Señorías, algunos, muy pocos, es la verdad, cuando
llegan las elecciones vienen por estos lugares perdidos en medio de los campos
de España y que se llaman pueblos y nos prometen unas cosas, vamos, más cosas…
En ese hemiciclo tan feo se aburren. Tienen que buscar algo
fuera. Algo que demuestre que sus Señorías son valiosísimos y están
‘desaprovechados’. Asesoran empresas, y tienen sus bufetes y sus tertulias y
sus clases en la Universidad, y la biblia en pasta si se tercia.
Ha saltado, inocentemente, ya me entienden, como saltan
estas cosas, algunas ‘ayudillas’ que algunas Señoría percibían por ser
lazarillos de consejeros delegados y a presidentes de altísimas corporaciones…
Sus Señorías, que no se me interprete mal lo hacían por la generosa y altruista
idea de ayudarles en sus sesudas decisiones, vayamos a...
Sus Señorías percibían eso que algunos llaman euros. O sea,
parné como el que buscaba el gitano en la feria con la venta del borrico. Parné
que, naturalmente, declaran, pero eso sí, mientras tanto, los asientos del
Congreso – por ocuparlos también cobran – muestran un vacío como los patios del
cementerio una noche de tormenta.
Esto hay que terminarlo con una sonrisa. El ‘Veneno’ era
bajito y de pocas carnes. En la puerta de la iglesia de la Vera Cruz, vendía lo
que daba el tiempo: dos palmitos, unas bolsas de nueces, un canasto con brevas.
Un día decide ampliar el negocio y junto a los pañiles puso un carrillo con
naranjas, un puñado de granadas... Pasa uno, ve la marcha del negocio, y le
larga:
-
Veneno que
te vas a quedar con El Corte Inglés…
Señorías, Señorías, cuidado con la ampliación del ‘negocio’
que como decía mi amigo Juan, ‘el
Trueno’ sus os estáis pasando…
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