Es, la Virgen del Carmen, la primera de las tres ‘Vírgenes’
del Verano. A mitad de agosto, la Asunción y, cuando el verano asome por las
tardes a su final, vendrá la Natividad que, en cada pueblo, le dan el nombre de
su Virgen.
Se echa la gente de la mar al rebalaje. En una barquilla de
remos vendrá la Virgen del Carmen. Los marengos, pantalón arremangado y faja en
la cintura, la sacarán en un trono pequeño hasta tierra. Antes, desde la media
distancia, la Virgen habrá bendecido las agua, la pesca, la visión cercada de
donde sale el sustento de cada día.
No hay pueblo marinero que no le rece a la Virgen del
Carmen. Escapularios y cuadros, imágenes en las iglesias cercanas a la costa
desde donde se ven cómo pasan los barcos… Era dura la copla. Imperio Argentina
la ponía en boca del preso en el puerto de Santa María. “¿Adónde irá ese
barquito que cruza la mar serena?”
“Unos dicen que para Almería; otros, que para Cartagena…” Ha
tardado el Rey de Marruecos no sé cuantos años para firmar un acuerdo pesquero
que habían elaborado los técnicos, los de él, y los de la Unión Europea. La
visita del Rey Felipe VI ha acelerado el asunto. Menos mal que sólo había que
cruzar el charco.
Había en casa de mi abuela, un cuadro de la Virgen del Carmen.
Nos aterrorizaba a los niños. Unos hombres semidesnudos imploraban que los
sacase de la candela que no cesaba nunca. La Virgen, a la que no alcanzaban las
llamas, extendía un escapulario. Los penitos no lograban asirse a él. Un tío
muy feo con un tridente atizaba las
ascuas. El que pintó el cuadro no quemó nunca leña en verano.
Me quedo con la imagen de la Virgen del Carmen que llegará a
las costas de El Palo. Me quedo con el recuerdo de mi amigo Paco Rengel que
seguirá pregonándola y con los barcos lejanos que van por el horizonte. ¿Para
Almería? ¿Para Cartagena? Da lo mismo. Donde estés, Paco, sabes que se te sigue
queriendo…
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