De España, se conocía en Austria, El Quijote y al Real
Madrid. Mi amigo me trajo, cuando vino por Navidad, después de dos años, la
primera camisa terlenka que yo tuve. Mi amigo, naturalmente era emigrante. Se
fue a principios de los años sesenta. Un contrato de trabajo lo llevó a una
ciudad de nombre muy raro. Todo estaba verde en verano y, en invierno, hacía
mucho frío.
Hace unos días nos las andábamos por ese centro de Málaga
donde ya no cabe una taberna más. Bueno, taberna, lo que se dice taberna, no.
Es la hostelería moderna. Mucho plato, poca comida y una vocación
‘desinteresada’ de aligerarnos la cartera.
¿Te acuerdas? Me comentaba, cuando llegué a Austria y te
escribí en una carta llena de la morriña. Te dije “aquí de España sólo se conoce
El Quijote y al Real Madrid”. Te contaba, también, otras cosas. No vienen al
caso.
Mi amigo se casó, allí, con una mujer de Granada. Han vivido
toda su vida por aquellas tierras. Le ha
ocurrido lo que nunca quería que le pasase. Sus hijos son austriacos. Viven
allí y, allí, están sus nietos. Va y viene. Aquí no se encuentra y allí añora
lo que dejó cuando se fue con casi treinta años.
Desgraciadamente, en Austria, ahora conocen otras cosas de
España. ¿Qué pasa aquí? Yo no supe explicárselo. La mujer de mi amigo nos
enseñó fotos de la ciudad donde viven. Una preciosidad. Cuelgan geranios rojos
de los balcones; las calles limpias, impolutas y todo parece como de otro
mundo.
Los austriacos son muy ordenados. ¿Más que los alemanes?
Más. Fíjate, en invierno cada uno limpia la nieve del trozo de acera que
corresponde a su casa. Si hay un accidente es el responsable…
Mientras hablamos llega una señora. Ofrece un tallito de
romero. Interrumpe, incordia, agobia… Lo llama rey y príncipe y no sé qué más.
¿”Quién era aquel del pueblo que puso un cartelito, sobre la mesa de ‘La Cosmopolita’, ni compro lotería, ni me
limpio los zapatos…”? Fernando, porque mi amigo se llama Fernando, ‘La
Cosmopolita’ cerró hace unos años…
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