Salta la noticia. Esperada. Temida. Siempre viene mal este
tipo de noticias pero vienen. Ha muerto don Alfredo Di Stéfano. Un mito de
verdad. No la porquería que ahora nos invade y que no pasan de ser - muchos-
peras de tres al cuarto. El más grande de todos los que han vestido la camiseta
del Real Madrid…
Bombardean
las televisiones, facebook, e-mail, twitter. Tenemos suficiente
información. No hay que servir, ‘otra’,
de “más de lo mismo”. Sí hay que decir algo. Di Stéfano tenía un pero. No sabía
hablar en público; lo hacía, maravillosamente, con el balón.
Me voy por la faceta humana del niño de pueblo que
coleccionaba estampitas. Un álbum, cromos repetidos y gachuela, mucha gachuela
para pegarlas sobre unas hojas de papel que terminaban arrugadísimas…
Allí formaron parte en la alineación de nuestras vidas. Las
vidas de los niños de los pueblos eran vagones de ilusiones, como los que se
cargaban en el muelle de la estación con limones – “que son de los Callejones,
niña” – naranjas, granadas, tomates, pañiles de melones, sandías o lo que daba
la huerta.
Ramallets, Olivella, Segarra, Suárez y Kubala; Quincoces,
Mestre y Puchades; Campanal, Ruiz-Sosa, Arza y Pepillo; Eizaguirre y Lesmes;
Peiró y Collar; Carmelo, Orue, Garay, Canito, Mauri, Maguregui; Copa, Rial,
Puskas y Gento y, por encima, muy por encima, Alfredo Di Stéfano, al que sólo
veíamos, alguna vez, en el No-Do o en
las estampitas del quiosco de María la
del Guerra…
Éramos, entonces, niños de pueblo que cantábamos que España
limitaba al norte con el Mar Cantábrico, que el río Guadalquivir pasaba por
Sevilla y el Duero por Toro y Zamora. Alguien nos dijo que por los caminos
transitaban los tíos mantequeros y que si éramos malos arderíamos, para
siempre, – sí, para siempre – en el fuego del infierno.
Éramos nosotros. Andábamos las veredas que subían del río en
las tardes de verano y, algún jueves soleado de invierno, íbamos de excursión
al Monte Redondo. Y, siempre, a la captura del ‘Capitán Trueno’, el Jabato o de
aquellas estampitas, que pegábamos con gachuela y en la que el mejor, el más
buscado era: Di Stéfano…
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