Fernando, ‘el Tripas’
era delgado y derecho como un junco. Pelo
negro y rizado; abundante en ironía. Vivió en la calle del Viento, en el
Calvario y, al final, en Málaga, donde murió, con su sobrina. Vendía cupones.
Subía, apoyado en su bastoncillo, desde el Palomar, por el Camino Nuevo, Veracruz… Era su recorrido por
la calle de la pasión de cada día.
Fernando era la gracia en persona. Fino como un coral.
Oportuno, chispeante, agudo… A pesar de su privación de vista, su rostro serio
ocultaba algo único por dentro.
En la puerta de la Vera Cruz con la mercancía en la mano ofrece las listas
(entonces los cupones venían en ristras) a los transeúntes. Pasa uno:
- - Fernando, ¿has visto a Juan Hidalgo?
- - Como no se cuelgue un cencerro…
A medio camino entre la Vera Cruz y La Balita, Manolo ‘el Tapón’ trabajaba de camarero en el Zalamero.
Temporal de agua; caen las canales. Fernando no vende un clavel; no se estrena.
Entra, chorreando, en el bar. Manolo hace una apología de lo que está cayendo…
“Porque este tiempo - dice - es bueno para el campo, para los pozos, para que
corran los arroyos, para los veneros, para los trigos…”
-
Claro, contesta, con estoicismo: ‘Tú, como flotas…’
Tensión política por el referéndum de Autonomía de
Andalucía. El gobierno - por Ley- obliga que, en todas las provincias, se gane
por unanimidad. El pueblo debe elegir entre los artículos 143 y 151. El primero
‘gana’ en todas, excepto en Almería donde se impone el Art. 151.
-
Fernando, le pide uno, a la mañana siguiente,
dame el 51
- - “Vete a Almería por él”
Fernando, -Fernando Taboada, que ese era su nombre- genio y
figura. Seguro que llevas en jaque a más de uno por las calles del cielo...
Pepe, no sé porqué no pones algo de estos en la página haciendo referencia a tú escrito, creo que quizás seria hasta un referente.
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