viernes, 24 de enero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Aceite y almendros

                                              

“Si la aceituna es campo, el aceite lleva dentro la sangre del campo”. Palabra de Barbeito. Echo mano - y trillo en collera -  del que sabe de “buenos aceites, de cómo se ama el mundo del aceite, de la almazara, ese olor que es vida en el aire, en la ropa, en las manos…”

¿Culpable? Una foto de molineros en facebook: Son, dice: “Juan García (mi tío Juan, hermano menor de mi padre), yo, Jorge (un chaval de Cala), mi hermano José, Antonio Palomar, José Antonio Hurtado y detrás, José Rodríguez. Estos tres últimos, de Gines, Molino de Gines. Año 1971 ó 72”

“Por Gines pasa el río / pasa despacio…” cantaba El Pali. El mismo río que se tiñó de sangre de los Ortega, aquella tarde de mayo. Ahora rezuma aceitunas de verdeo, gordales y manzanillas y moliendas y aceite nuevo y algún barco camino de  la mar.

 “A mí, -cuenta-  en Las Navas de la Concepción, año 1966, donde le ayudada a mi padre en el verdeo, que abrió allí un puesto de compra, me decían ‘El niño de las aceitunas’. Y me encantaba. Y en Gines, mucha gente, Antoñito el del Molino. Y todavía más encantado”.

“La tolva, dice, era el embudo donde se echaba la aceituna para que el tornillo sinfín fuera subiéndola y la dejara caer en los rulos” y, del primer aceite, de batidoras y aceitunas enteras. “Te lo digo porque del olivo a los bidones, he vivido toda la vida de la aceituna”.

¿Los monos?  “azules y duraderos, comprados de una tienda de Gines (Jovimar). No teníamos parientes militares” y, en la foto, capachos y  molineros llenitos de pringue. Como debe ser.


Bebo en su fuente.  Nacen los trigos en las lomas peinadas por el viento; apuntan las yemas en las parras. ¿A dónde te mando, Maestro, - al corazón o tus asuntos - un ramillete de flores nuevas, ahora que ya florecen los almendros?

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