lunes, 6 de enero de 2014

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tierra de Lagares

                                              

Si entras, por la carretera del Valle - para nosotros, el Valle, es el Valle de Abdalajís – hazlo, pasado el Ventorro, antes de llegar a La Gavia,  por lo de Lucas ‘Jerriza’. Sube por la Cuesta del Moro y trepa por Viso Alto. A medida que se sube, se amplía el horizonte: la vega del río es más ancha. Por el norte alcanza la vista hasta la chimenea de la Presa de la Encantada.

Decía el cronista de los Reyes Católicos algo así  como que “son tierras que para pan no son”. Llevaba razón. Composición alpujarride; mucha pizarra, más laja, y poco suelo. Terreno quebrado en demasía. Cañadas, cajorros, barrancos…

Por Pollo Moro, (en Casablanquilla se deja la carretera) y arroyo Jevar, arriba, hasta la Plaza, luego, el arroyo de Pedro Latorre… En la Cañada de Garnica, si se toma, a la derecha,  lleva hasta la Zurriaga, Maja Luna y Maja Vieja; por la izquierda, a las lomas del Chaparral.

Montesinos queda muy arriba, pero sólo es cuestión de seguir subiendo y subiendo… Los pozos del arroyo, - porque es tierra corta en agua - se agostan pronto. En los pilares de los pozos abrevaban las bestias, las cabras del vecindario…, y se echaban buenos ratos de cháchara o… de lo que encartase.

Se han secado los almendros –el ‘gusano cabezudo’ tiene mucha culpa- pero no se pude descartar, tampoco, el abandono del campo. Ya se sabe, muchos costes y poca rentabilidad. Los olivos, manzanillos están injertados sobre pie de acebuche. No los conoció Barbeito: “olivos en las laderas / escarchadas de diciembre, / voleados sobre el paisaje / - vértigo de ramas verdes -,…” cuando los conozca…

De lo que antaño - lagares – le dieron nombre, ni rastro. Ni del molino de Serpeta que aguata en pie a duras penas, ni del fantasma que salía, las noches de invierno, en Villaverde.


Y una vez, ya arriba, casi al alcance de la mano El Torcal. La mano de Dios hecha caliza, belleza calada por las filtraciones del agua que se va a donde quiere. Lejos muy lejos, la mar y, Málaga echada a la luz del sur… Álora, a ratos, aparece acurrucada a los pies de El Hacho, no se ve. No importa. Se sueña. Los sueños, siempre, son más bonitos…

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