En mi pueblo, decir que alguien pierde aceite tiene un
mensaje concreto. Cuando uno lee que el Príncipe de Asturias está tirado en no
sé qué aeropuerto caribeño porque el avión que lo lleva, en un viaje oficial,
pierde aceite…el mensaje es otro.
País de chapuceros. ¿Dónde está la marca España? Leo: el
avión se compró de segunda mano, con otro gemelo, - sin miseria, vamos- a los
vecinos del otro lado de los Pirineos. Que ha volado desde 1983 y que es la
segunda vez que deja tirado al séquito por tema de fallos mecánicos.
¿Cuántos han dimitido ya por
negligencia, poco eficientes e improvisadores? Me temo que la lista está colapsada: más numerosas que el listín de
las guías (de las de antes) de teléfonos. Ni uno. Aquí no se mueve ¡ni Dios!.
Culpar a los recortes o culpar a la vetustez del aparato son
parches calientes. Me pregunto ¿es denigrante viajar en un vuelo regular? Por cierto,
aquel que va al Corte Inglés a comprar el viaje de novios. ¿Lo quiere usted, le
pregunta la dependienta, en vuelo chárter o regular? “Démelo buenecito, porque
para una vez que viajo…”
Esquina de la calle Cantarranas con Algarrobo. Es
coincidencia. Los dos nombres tienen referencia con el Medio Ambiente (hay que
ser fisno, que es lo que se lleva
ahora). Enrique, gitano, no de verde
luna, no; del Barranco, estañaba jarrillos de lata….
Su ‘taller’ de trabajo, era una mesita baja, un banquillo de
dos patas, un mandil con más lámpara que la casa Polonio… Levanta la cabeza y
ve como pasa un avión ya en vuelo bajo por la proximidad de cercano aeropuerto…
“¡Hay que ver a onde hemos llegao los
lateros!”. Será chiste. Es chiste, pero ¿perdería aceite? ¡El avión,
hombre, mira que los hay mal pensados…!
No se trata de añadir años a la vida, sino de dar vida a los años. Un abrazo
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