Llegó a media mañana. Y, ¿entonces?, entonces apareció ella…
Es la Gracia de Dios que ha venido, con algo de retraso, eso sí, pero ya está
aquí. Caprichosa, como siempre, a su antojo. Ella manda.
Vino suave, con tiento, como quien no quiere la cosa. Se
asomó por los cerros de enfrente, bajó, cruzó la cañada que este año, aún, no
ha corrido, y se dejó sentir. Sin avisar, sin decir nada, solapadamente. ¿Dónde
habrá pasado todo este tiempo?
Dejó de cantar el
carbonerillo. No sé dónde se metieron los chamarines que preludian primavera ni
dónde los jilgueros que cantaban un rato antes. Los mirlos han tomado su rama
y, por un rato han dejado de buscar bichillos.
No hay, esta mañana, palomas en el tejado. ‘Tito Livio’ y ‘Agripina’ (dos gatos que mi hija ‘rescató’ en el último momento) ya
no están en el caballete del corral. Han puesto tierra de por medio.
Han regresado - habían subido a hora temprana - dos motos
con esparragueros. Han pateado la
sierra. Deben llevar un pañetilla apañada. El campo es tan generoso que con
nada, con cuatro gotas, las esparragueras han respondido. Ya se ven los
primeros espárragos.
Me han dicho, - no han florecido, todavía, los almendros- que
por la Cuesta del Berrón, sí hay algunos con pinceladas blancas. Se ve que los
almendros, también, la han esperado, pero como no quería venir…
Hay tagardinas en los
bordes del camino. No lo sé pero en la realenga que va porcima de Las
Caballerías, antes de llegar al Lomo Frío, ya, tienen que estar brotados los
alcauciles y las borrajas. Seguro. Apuntan las sementeras. Se viste el campo de
ropa nueva.
Llueve, llueve desde media mañana, y por la tarde, y cae de manera
suave, tan bien como sólo – la lluvia, cuando quiere- sabe hacerlo. Cernida… Ha
venido la lluvia. Bendita sea ella.
Muy bueno. Felicidades.
ResponderEliminarMuy agradecido.
Eliminar