¿Sabes? A la Virgen de Gracia le llevé memorias tuyas.
Subimos a la ermita cuando la mañana apuntaba a final. La niebla – que lo
cubrió casi todo desde muy temprano – se levantaba con pereza. El día estaba
sucio; en la lejanía sobresalían las siluetas de las sierras de Gibalto,
Camarolos, Chimenea… y, al fondo, a la derecha, El Torcal.
Entre las sierras y la ermita, abajo, el pueblo. Un poco más
allá, el arroyo Marín vestido de otoño;
las choperas estandartes de oro viejo y, los campos de olivos con las
ramas dobladas de la aceituna. Toman
color, caminan hacia la madurez, o sea a tiempo de molino.
La Virgen estaba como siempre. Al fondo, en su altar, con el
Niño en brazos, y orlada por un marco de plata. Detrás de ella, dos ángeles
despliegan un velo blanco como para darle protección. Se respiraba belleza y
paz; armonía y buen gusto; encanto y murmullo perdido de ángeles jugando al
escondite – hasta le han quitado la manilla al reloj de sol – en la torre.
La mujer que atiende (por cierto todo está primoroso,
limpio, exquisito) la tienda, a la entrada, me dice que no sabe nadie - porque se lo
pregunté – qué significan la letras marcadas sobre los arcos. Puede, - piensa -, que esas letras tengan que ver con
el nombre del alarife que realizó la obra. Una pena que no se conozca. El lugar
es de ensueño.
Usted verá, me advierte, que es un icono. Le digo que sí. “La
estampa vino pegada en el estandarte de don Pedro Girón, cuando la toma:
Nuestra Señora que es Gracia os la doy”. La mujer está satisfecha con lo que me
dice. Y, así desde entonces… Y me habla y me cuenta muchas cosas, tantas que
habrá que volver sobre el tema, otro día.
Por la radio del coche me entero: “Los altos cargos
detenidos de CAM pretendían huir al Caribe”,
“Hacienda confirma que pagó en negro a Garzón”, “El PP montó en Canal 9 una red
corrupta donde compró a todo Dios”, “Las calles de Madrid hieden”… ¿Y si me
vuelvo a la cumbre?. “Nuestra Señora que es Gracia os la doy”. Mejor, que si
no…
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