Están ahí y, nosotros, sin saberlo… Un día, sin que haya una
explicación, nos asaltan, de pronto, y hacen que vengan, otra vez, los años que
ya se fueron. ¿Dormían? NO. Estaban aparcados en esos rincones del alma donde
casi nunca llegamos.
Dice alguien que la niñez marca. A medida que se va el
tiempo - es decir, nosotros – afloran; revivimos con demasiada añoranza aquel
tiempo que, en la distancia engrandecemos y, de manera furtiva, hasta se escapa
alguna lágrima rápida.
¿Quién no recuerda que el cine tenía dos sesiones los días
de fiesta? Sesión de tarde y de noche.
(Lo de las matinales vino después). La gente hacía cola. Se abrían, para el
desalojo, las puertas, entre función y función. Desde el interior salía una
atmósfera viciada y caliente.
Los niños casi sentíamos los tiros del rifle de John Wayne
que siempre mataba a los malos…; Gary Cooper caminaba solo por una calle que no
terminaba nunca y Marilin Monroe… ¡Ay, Marilin! y el puñetero sexto Mandamiento.
Algunas niñas iban a casas de Mariquita, ‘la de Fabián’.
Bordaban, en punto de cruz, una talega para el pan. Era su primer trabajo.
Primoroso. Una ratita presumida y coqueta con unas orejas grandes, muy grandes.
Hilos de colores: rojos, verdes, azules… Un bastidor de madera y todas las
horas de la tarde para ellas.
Ha corrido mucho el tiempo. Otras niñas, hoy, se emplean en
otros menesteres y ni tienen que pedir el consentimiento a los padres… Ya se
sabe. Cosas que vienen con otras modas y otros entretenimientos.
Lucas López –Luquitas- desde la Voz de Álora hacía llorar
con aquel ‘Maletilla’ que buscaba la gloria…y ciego iba a saltar hasta el
anillo de la plaza; Antonio Molina se empeñaba en vender agua fresca, ‘tan
fresca como la nieve’, y los primeros emigrantes cogían el correo camino de un
sitio muy lejano que se llamaba - y se
llama - Alemania…¡Recuerdos!
Amigo Pepe, los recuerdos son parte de la vida, o con otra consideración, es la vida misma, creo que si no existiera, no existiría ni el presente.
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