No saben qué inventar. Pero inventan. Ruta de la tapa, ruta
del callo, día del tiro con honda, el no sé qué de la semana del marisco…
Matanzas, sopas, migas, nísperos, espárragos. Comida gratis o a bajo coste.
Gente y más gente y, cuántos más vengan, mejor.
Otras veces sube el nivel. Aparecen la “luna mora”, “embrujo
andalusí”, “noches de al-andalus”, bandoleros y moriscos, festivales donde
aflora el cante (ya hay pueblos que no pueden pagar el elenco de artistas),
música popular importada de países lejanos o de sitios más cercanos.
Donde hay toros… Los corren ensogados o libres, que si
varios días o en fiesta determinada, que si por la Virgen o por el santo, que a
campo abierto o cerrado. (Lo del toro de la Vega de Peñafiel, pues como que no, y eso que, a uno
le gusta la fiesta, pero eso, no).
Decía Pérez-Reverte el otro día en una entrevista que la
gente quiere que pase la crisis para volver a hacer lo de antes. O sea, vuelta
a las andadas. Puede. Me pregunto, maestro, y con la pléyade de inútiles – es
decir políticos de todas las leches y colores- que no han visto la crisis ni
desde lejos… ¿Con esos qué se hace?
En todos sitios para atraer exhiben literatura y, alguna, de
la buena. Mucha inteligencia práctica. Anzuelo aplicado al momento. De todo lo
leído me quedo: “Santiago, donde la lluvia es arte”; “Salamanca, arte, saber y
toros”; “Alicante, donde el sol pasa el invierno”; “Marruecos, el amable vecino
de enfrente” o “Y, Sevilla”… ¿Más? Imposible.
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