Es el más largo, el más caudaloso, el más importante de los
ríos que, por las tierras de Málaga, bajan hasta la mar. “A la mar se van los
ríos,/ paloma revoladora / no pongas el pie delante / deja que ruede la bola…”
Nació, allá arriba, donde la geografía política dice que se
dan las manos las provincias de Granada y Málaga. Puerto de los Alazores,
piedras calizas y aulagas, vericuetos ocultos y chorreo de caños - fuente de
los Cien Caños - cuando revienta de pura agua la sierra.
Entre dos luces lo veo venir. Me siento un rato, en la
nerisca de Lería, junto a su orilla. Todo habla. Todo se reivindica. Chopos,
álamos negros, tarajes, junqueras, almeces… Canta, entre la maleza un
carbonerillo. No se deja ver. A lo lejos ladran los perros. Pasa, por la carretera,
una moto.
Porque han abierto compuertas de alivio en los pantanos - dicen
que para que no se salinice y, si lo
dicen los que saben…- va de orilla a orilla. Cuando las bestias pasaban por el
vado de la Albina, la gente del campo, a estas horas de la tarde, le temía al
‘aumento’. Ahora, ni aumento, ni bestias que crucen, ni vado perdido entre
caminos de olvidos.
En vuelo rasante, casi a ras de agua, una pareja de patos suben
bordeando las cañas de la orilla de enfrente. Vegetación enmarañada y tupida. Por la hora que es, deben ir de recogida. Va el
río esta tarde tranquilo y bello, hermoso y placentero. ¡Qué tenga yo que
decir, como el gitano al borrico, que tú eres bueno!
“A la mar fui por naranjas / cosa que la mar no tiene…” No,
no puede tenerlas. Las naranjas desde que comenzaron los fríos cuelgan ahítas
ya de color en las huertas de los Aneales, en la Vega Redonda, en La Molina,
aguas abajo…
Escribía el maestro Barbeito “si tuviera fuerza el río/ para
arrastrar desengaños / iba y le echaba los míos”… Por lo pronto, estoy sentado
a su orilla, lo veo irse…
Me quedo con Jorge Manrique. “Nuestras vidas son los ríos /
que dan en ir a la mar…” Ya saben lo que sigue. Esta tarde me ha dado por ahí.
Refresca cuando se va el sol. Tengo que levantar el hato. Es una pena. Se está
bien, muy bien aquí porque uno se encuentra consigo mismo.
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