Entró por el camino racheado y suelto, desbocado. Arrastraba hojas sueltas. Sopló con fuerza. Dice,
el hombre del tiempo, que viene del norte. O sea, frío y seco; azul el cielo
(quizá lo único bueno que tiene). Cuando se baja por la chimenea hace sonidos
extraños, raros, como de otro mundo.
Quieren que soplen vientos de renovación entre los
socialistas reunidos en Granada. Me parece que están olvidando el refranero, que
no se ha llevado el viento, pero que duerme olvidado en un cajón con telarañas.
No quieren saber que “en nidos de antaño no hay pájaros de hogaño”. O, lo que
es lo mismo: alguna idea nueva y menos odres viejos, si no se pide mucho…
No piden -¿a qué esperan?- viento de limpieza entre los populares de
Valencia. Y ¡mira que hace falta! Un juzgado ordena un embargo preventivo - 600.000
euros - a la expresidenta de las Cortes
valencianas. ¿Las minucias? Nada. Cuatro fruslerías: supuestos delitos de
prevaricación, cohecho y malversación de caudales público en Fitur.
“Vientos del pueblo me traen / vientos de pueblo me llevan”
cantó Miguel Hernández. El pueblo, quiere vientos nuevos. Algo que cambie la
inercia viciada. El viento fuerte es molesto y, aturde. La brisa renueva y es
agradable. Pero que no sea un sutil arrullo. No. Algo con más pinta de viento
que se lleve tanto plástico y papeles viejos.
Hablaba García
Barbeito de un viento que, como el de
hoy, achancaba los trigos espigados de abril. Pero, aunque lo estemos
mereciendo, ahora que se llena el cielo de arreboles y de hojas de oro algunos
árboles, que no sea una ira de Dios - como decía su madre - Maestro.
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