A mi amigo, José María Lopera que ha sido el
instigador de este artículo
Entre la Fuentarriba y ‘La Balita’ se cocía la comidilla del
pueblo. En la plaza se arreglaba el mundo, y como el mundo no tiene arreglo, se
dejaba el resto, para el día siguiente; en el bar de ‘La Balita’ fundado en
1911 se remataba el resto.
España, casi en los albores de la Democracia, era un runrún
de noticias. Discuten, entre ellos, los nuevos cambios. Y, ahora, dice uno, la
gente se casa en el Juzgado, en la calle Santa Anta. ¡Anda, ya! - contesta otro-.
Allí ¿cómo se va a casar nadie si en el Juzgado no hay cura? Sí, que es verdad,
que te lo digo yo, el cura no está allí,
pero el sacristán es Juanito ‘el de la Fonda’…
Siguen calle arriba. Se anima la charla. Pasan por delante
de la barbería de ‘Salmorejo’. En la puerta, en un jaulón, venden canarios
‘cuneros’. En la calle Escribanos, una lápida, a tanta altura, que casi es ilegible desde el
suelo, anuncia que en esa calle nació el imaginero José Navas-Parejo Pérez…
Y, segunda parada. Ahora
toca en La Balita. Durante muchos años hicieron el mejor café de Álora y, luego,
en el patio, ante la mesa y la partida de dominó, tratos, muchos tratos. Todo
se vende y todo se compra, y horas de cháchara. El patio era fresco en verano y
acogedor en invierno. Íntimo, recoleto, ni grande ni pequeño; en su justa
medida.
Estuvo abierto - el bar - hasta que Paco se nos fue…Se
enfrascan la conversación. ‘Y dicen, que va a venir, entre otras cosas que va a
traer la Democracia, el divorcio’. Que no, hombre, que no, eso pasa sólo en el
extranjero y en la películas…
Uno de los del grupo, da su aprobación y dice que eso está
bien… El más viejo que no había hablado en todo el rato, escucha y asiente y, de
pronto, sin que nadie diga nada, va y larga: si es así, como decís, yo me ahogo
en la bulla…