Granada
estaba bajo un calor más propio de verano - que no se va- que de un otoño que no llega. Tarde plomiza. Nubes
altas. Hacía sofoco. Miles de pájaros gorjeaban en la Plaza de la Trinidad.
Competían por una rama al cobijo de algunas hojas de plátano para pasar la
noche.
Hace
unos días Juan Gaitán hablaba de la publicación de “Maneras de ser periodista”.
Prólogo Francisco Fuster. Autor Julio Camba. Deambulo por las librerías… Por
fin, en Babel (frente a San Juan de Dios), lo encuentro. La librería está
llena. Me sorprende tanta aglomeración. Pregunto. “Buscan libros escolares…”
La calle
Mesones – como cada tarde es un río de gente –. Van, vienen; entran en las
tiendas, se paran en los escaparates… Algunos compran; otros, miran. Las
terrazas junto a la facultad de Derecho están llenas. Gente joven. Vida a
puñados. ¿Qué España le espera? Pienso que será la España que ellos mismos se
forjen. La otra… pues como que no.
Me entro
(lo hago siempre que puedo) en San Juan de Dios. Impone tanta belleza barroca.
De aquel pobre portugués recogiendo mendigos por las calles a este templo… Que
baje Dios y lo vea. En la penumbra unas salmodias lejanas de rezos se pierden
entre el trasiego de curiosos que entran y salen. Nadie hace caso.
Tampoco
le hacemos caso al Papa Francisco. La tragedia de Lampeduasa no tiene vuelta de
hoja. Lo ha dicho muy claro. Esto es una vergüenza. Mañana el periódico hablará
de otra cosa. Y, al igual, que los pájaros de la plaza de la Trinidad, cientos
de pateras vendrán por el mar azul de Ulises buscando una rama para pasar algo
más que una noche. Buscan pasar la vida.
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