viernes, 4 de octubre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Tarde de otoño en Granada

Granada estaba bajo un calor más propio de verano - que no se va-  que de un otoño que no llega. Tarde plomiza. Nubes altas. Hacía sofoco. Miles de pájaros gorjeaban en la Plaza de la Trinidad. Competían por una rama al cobijo de algunas hojas de plátano para pasar la noche.

Hace unos días Juan Gaitán hablaba de la publicación de “Maneras de ser periodista”. Prólogo Francisco Fuster. Autor Julio Camba. Deambulo por las librerías… Por fin, en Babel (frente a San Juan de Dios), lo encuentro. La librería está llena. Me sorprende tanta aglomeración. Pregunto. “Buscan libros escolares…”

La calle Mesones – como cada tarde es un río de gente –. Van, vienen; entran en las tiendas, se paran en los escaparates… Algunos compran; otros, miran. Las terrazas junto a la facultad de Derecho están llenas. Gente joven. Vida a puñados. ¿Qué España le espera? Pienso que será la España que ellos mismos se forjen. La otra… pues como que no.

Me entro (lo hago siempre que puedo) en San Juan de Dios. Impone tanta belleza barroca. De aquel pobre portugués recogiendo mendigos por las calles a este templo… Que baje Dios y lo vea. En la penumbra unas salmodias lejanas de rezos se pierden entre el trasiego de curiosos que entran y salen. Nadie hace caso.


Tampoco le hacemos caso al Papa Francisco. La tragedia de Lampeduasa no tiene vuelta de hoja. Lo ha dicho muy claro. Esto es una vergüenza. Mañana el periódico hablará de otra cosa. Y, al igual, que los pájaros de la plaza de la Trinidad, cientos de pateras vendrán por el mar azul de Ulises buscando una rama para pasar algo más que una noche. Buscan pasar la vida.

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