Pudo no haber sido, y fue; puedo no haber nacido, y nació.
¿Hubo un día en que Jesús no quiso nacer? Verán. Antonio García Barbeito hace
veinte años que se lo planteó. Cuenta que recibió una carta de unos niños que
le decían algo de eso – y de otras cosas – y fue y se lo llevó a un papel - porque entonces,
se escribía en papel- y lo contó a los
que quisieron escucharlo.
Y Antonio, generoso él, este año, ha decidido porque le ha
parecido bien, contarlo a la gente de Álora. Bueno, a los de Álora y a los que
quieran venirse en noche de diciembre, casi seguro con frío, y a lo mejor hasta
con lluvia, hasta el teatro Cervantes. Allí lo va a contar - “El día que Jesús no quería nacer” - con esa
voz que Dios le ha dado y con el acento que él le pone. ¿Los beneficios? Todo
para Caritas. Coste cero. Con ese pingüe jornal se admite –ya hay un
montón- a todos los que quieran meter el
hombro.
Saben ustedes que la gente lo pasa mal. Muchos, más mal que
otros. Y Antonio y unos pocos más seguidos de su mano hemos pensado que si en
Navidad a alguna casa llega algo de lo que
a todos nos gusta y ellos no pueden… Pues al igual es una forma de que
Jesús nazca allí…
Cuando se alce el telón del teatro Cervantes, en las calles
habrá vaho de noche –porque un 20 de diciembre y a las 9 de la noche, es casi
madrugada - y gente que va y viene y música que sale desde dentro de tiendas.
Y trasiego de bolsas y compras y consumismo y derroche y más
derroche y peces borrachos de tanta agua y romero con ropa tendida, y ríos de
papel de plata y montañas …y tres Reyes Magos, porque los Magos eran tres… es
que con esto de los recortes. Bueno, ustedes me entienden.
El coste de la generosidad no tiene precio. Por la entrada
se cobran sólo cinco euros. Con tan poco ¡se puede hacer tanto! Ayuntamiento,
la propia Caritas y el voluntariado vamos a romper esos tópicos tan bonitos:
“Si se puede”, “El pueblo unido…” “Ahora, ahora…” y todos esos más que tenemos
en mente.
Que regusto nos va a dar cuando hagamos añicos la
premonición del Ángel: “¡Como va a nacer Dios! ¿No veis la gangrena de la
maldad, vestida de perfumes, como devora la carne del hombre?” Y, entonces,
todos a una, desde nuestro interior, diremos. “Aleluya, quiso Dios / venir a la
Nochebuena, / que sí mereció la pena / que lo pidiera el Amor…!”
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