Debussy, llamó así
–La niña de los cabellos de lino- a una
pieza suya compuesta para piano; el quinteto de música de viento, nos hizo una
adaptación. Se inauguraba la II Exposición de “Artistas Independientes de
Álora. Lugar, Casa de la Cultura. Hora: el viernes por la noche, y la luna
asomándose por entre los árboles de parque.
Un ramillete de artistas - extranjeros y locales - con dos
connotaciones comunes: aman el arte y viven en Álora. Jacques, -entrañable y
querido Jacques, donde estés- fue quien lo inició hace muchos años antes de
tomar el tren que no tiene retorno. Ahora, Shinji Naganawau, “más perote que japones”,
lo ha retomado…
En el ramillete hay autores consagrados: esplendida de luz y
paz la marina –‘Contraluz en la playa del conde”- la llama él, de Cristóbal
Pérez; la muestra de Kent Harrison; la interioridad – “ese misterioso objeto
del deseo”- de Jazmin Campos; el bodegón ahíto de color de Julia Groos, o una Ana Mari Garrido que ha subido mucho,
pero que mucho, en el dominio de la acuarela.
Entre los que empiezan María Blanco - de la abundancia del
corazón, como dicen las Sagradas Escrituras - habla la boca; Juaky que se
libera de un interior muy rico, apasionante que la oprime - “Espiral”- o el
alcance de la libertad plena entre un velado de sueños y color; rígido, reflejo
de lo que puede ser su percepción del hombre de fuera al que se le responde
desde dentro en Antúnez; la dulzura de
Pepita Perea, la Alpujarra de Salvador Chamizo…
Mimético, interiorista, un flas de color en Terry Durhan; Shinji
- también un consagrado- y casi alma de la exposición nos acerca a una Venecia
que evoca a la que cantó Aznavour: “ante mi soledad / que tristeza sin fin / que
distinta Venecia…” Ya saben.
No son estas letras una crítica. Ni una relación de artistas
que cuelgan su obra. Imposible. Si quieren: reflexión en voz alta. Ustedes
pueden acercarse. Ver, mirar (el maestro Alcántara dice que entre el mirar y el
ver se queda el viento) y luego, si nos encontramos, compartimos pareceres. Ah,
y también estaba, preciosa, por cierto, la Niña de los cabellos de lino. La de
Debussy no, esa no. Otra…
Maravilloso.Me gusta.
ResponderEliminarMe sigue gustando tu escrito.
ResponderEliminarAmigo Pepe, hay amor en todo lo que expone del pueblo, pero no solo se queda en ti sino que nos colma a los demás de cariño. Gracias
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