martes, 22 de octubre de 2013

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Rosas de otoño

                                            

Cuando don Emilio Mandly nos enseñaba Lengua Española y llegaba a las oraciones subordinadas de  relativo, siempre, nos ponía el mismo ejercicio y mandaba: análisis morfológico y  sintáctico: “En el parque hay un rosal que tiene rosas en enero”.

Eran otros tiempos. No está don Emilio, ni al tiempo en que salíamos a desbravarnos, en el patio,  se le llama, ahora, recreo, sino “segmento de ocio”;  y, la Lengua ha perdido el apellido de ‘Española’ y se ha quedado, en lo primero. No se hagan ilusiones ya mismo ni eso… ¿Hace falta seguir?

Esta mañana en el campo he cortado un ramo de rosas: rojas, rosas, blancas, amarillas, anaranjadas, salmón…Uno que tiene un montón de vicios, ese, el de tener rosas, no le iba a faltar. Pinchan y tienen mucho trabajo las puñeteras ¡ pero son tan hermosas!

En la floristería, que hay frente a mi casa, venden rosas preciosas. Son rosas de invernaderos: no tienen perfumen, están cortadas todas por mismo patrón y, vienen, según me cuentan de sitios de muy lejanos. Tan lejanos que hasta las suben en los aviones para que lleguen antes.

 Las mías está comidas por los caracoles, se hablan todos los días con los mirlos - por cierto este año ha habido una ‘buena’ cosecha de mirlos -, con los chamarices y con los verderones,  y se dejan que las acaricie la brisa que se levanta a media mañana cuando cambia la luz del día.


Me he acordado esta mañana de don Emilio, y aunque no estamos en enero, están los rosales, en la última floración, la de otoño, antes que lleguen los fríos y pienso que como Federico, alguna que otra,  cuando llegue la noche y haya una avanzadilla de estrellas “mientras los aires se van / en la raya de lo oscuro / se comienza a deshojar”. Una pena pero, es ley de vida.

3 comentarios:

  1. Creo que las rosas podríamos decir un poco que son como las mujeres, bellas, perfumadas, con ese olor dulzón suave que penetra por la nariz y si llega al cerebro nos atonta. ¿Será por eso que no podemos prescindir de ellas?. Pero como todo debe ser equilibrio, al igual que las rosas, también tienen espinas.
    Nosotros igual, pero no somos rosas, somos cardos.

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  2. Gracias. Emilio Mandly era mi abuelo.
    Un abrazo.

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