6 de octubre, viernes. Viajero,
narrador de los lugares por los que pasa, peregrino a Medina y, por supuesto, a
La Meca. Llegó a China, Sudeste Asiático, Sur de Arabia y cercanías de
Madagascar. Estuvo en Granada, Marbella, Ronda y Málaga de la que dijo cosas
bellas.
Dice él mismo que peregrinó por
el norte de África, “solo, sin compañero con quien poder solarse ni caravana a
la adherirse y expuesto a todos lo peligros”. Partió el 13 de junio del 1325.
Tenía 22 años; volvió 24 años después. Había recorrido 120.000 kilómetros.
Cuenta que partió para visitar
el sepulcro del enviado de Dios. Dejó a las amigas y amigos, a sus padres, que
enfermaron como él, ante la partida y todo lo que suponía, y agrega algo
precioso cuando dice “me alejé de la patria como los pájaros dejan el nido”.
En los tiempos medievales
intereses de todo tipo llevaron a los hombres de las orillas Mediterráneo a
recorrer ciento, miles de kilómetros por territorios extraños. El peligro
acechaba a peregrinos, a viajeros intrépidos y a comerciantes que con caravanas
cruzaban tierras inhóspitas, desconocidas e insalubres. Ibn Battuta enfermó en
el camino y, una vez repuesto, continúo viaje.
Llegó a Alejandría; subió por
el Nilo hasta Nubia, (Sudán), volvió a Egipto, cruzó el Mar Rojo, Palestina y
Oriente Medio y… Visitó Damasco, Basora, Medina y La Meca que era el objeto de
su viaje, aunque luego fue un punto de referencia del que partía y a donde
volvía de sus exploraciones por otras tierras.
No me resisto a exponer un extracto
de su narración: “Así llegamos, de mañana, a la ciudad digna de confianza, La
Meca, Dios el Altísimo la honre y nos encaminamos al santuario divino…” ¿Cabe
más admiración de un hombre que había recorrido una distancia descomunal para
llegar a aquel destino?
Dice de La Meca: “Es como una
novia resplandeciente sobre trono majestuoso, meciéndose en los mantos de su
belleza, envuelta en los peregrinos del Señor”. Y concluye afirmando: “en los
portentos que Dios hizo se cuenta haber grabado en los corazones humanos el
deseo de acudir a estos sagrados santuarios”.
Ibn Battuta regresó a su
tierra, Marruecos, visitó el sur de España (vino a combatir contra Alfonso XI,
que puso la frontera en Ardales y murió de peste negra en Gibraltar) pero al no
tener contra quien guerrear recorrió parte de Andalucía. Había nacido en Tánger
en 1304; murió en Marrakech entre 1368 y 1377 de nuestra Era.
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