miércoles, 11 de octubre de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. San Sebastián de Antequera


                


11 de octubre, miercoles. Antequera siempre asombra. San Sebastián, pone un broche de diferencia. Está Al final de la calle Infante don Fernando, o sea, la calle Estepa de siempre, en el centro de una plaza. Allí confluyen, también: Estepa, Nueva, Cuesta de Santo Domingo, Cuesta de Zapateros y Encarnación.

Antes de entrar en el templo hay que detenerse y escudriñar, a golpe de vista, la belleza del campanario con el angelote que desafía vientos. Es diferente. No se parece en nada a las veletas que coronan otras torres. 

La traza del templo se debe al maestro Diego de Vergara, bajo el pontificado de Bernardo Manrique. Parroquia en sus inicios y colegiata, cuando se traslada la que hasta entonces había existido en Santa María. Eran finales (1692) del XVII 

En la fachada principal San Pedro y San Pablo escoltan a San Sebastián -muy deteriorados- en nichos de poca profundidad. Están en el segundo cuerpo; en el tercero, las armas del Emperador Carlos V insertas en el águila bicéfala.

El coro es propio de otro tiempo. Me sorprende la pobreza del altar mayor. Dice la guía que llevo –la de Jesús Romero- que la capilla mayor desapareció por una terrible explosión ocurrida en 1690. La destruyó totalmente. Cosas que pasan.

Lápidas funerarias -entre las que está la de Rodrigo de Narváez, alcaide conquistador- repartidas por las paredes, hacen recordar cuando los poderosos en dinero (¡y en qué queda todo!) gustaban pasar a la posteridad desde las umbrías de los templos bajo el amparo de luz de velas y de rezos pagados en mandas, fundaciones, capellanías, testamentos...

Rodrigo de Narváez es personaje importante. Pasa a la historia por sus hazañas guerreras, (normal en aquellos tiempos) y por la magnanimidad del autor del “Abencerraje y la bella Jarifa”. Es una pena que las leyendas de amor, no sean reales.

De vuelta en la calle, es un hervidero de gente. Es el público mañanero diferente al de la tarde…. Es ese público que llena las plazas de las ciudades – la de los pueblos también, aunque Antequera dejó de ser pueblo hace mucho tiempo – y ponen una nota distinta a los grupos que dentro de un rato llegaran a la Plaza del Coso Viejo y a las Cuevas de Menga y…

Antequera regala arte como el otoño policromía. Pienso, no obstante, que con tantas iglesias, espadañas y campanarios, retablos, capillas, pinturas, imágenes, no hay que perderse el Ecce Homo, ni el San Francisco de Mena...  

 

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