martes, 31 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Capri c'est fini
31 de octubre, martes. Su
madre vendía violetas y partituras en la puerta del Théâtre des
Variétés,
en el número 7 del bulevar Montmartre, en París. (Paris, soñado, deseado, inabarcable).
Se llamaba Blanche. Era oriunda de
Dordogne, Nueva Aquitania… Él nació en un taxi, camino del hospital de San
Antonio. Con siete años, arrebatado a su madre, interno en un orfelinato.
Después la vida. Cuatro adopciones. Todo
duro, muy duro. Ya mayor, pasado mucho tiempo, descubrió a su madre biológica
con la que vivió cuatro años.
Se me viene a la mente, por esa extraña cosa
que, sin saber porqué ni cómo, aparece como un chispazo y surgen recuerdos de
hace mucho tiempo. Tanto, que uno ahora, no sabría fecharlo, pero sí sabe que
era de cuando se soñaban muchas cosas.
Pedro Trigueros pinchaba en un pik
ud, comprado a plazos, en Rebollo (que todavía no era ‘Comercial
Rebollo’, un disco de 45 r.p.m. (Corría
tanto que el aquellos minutos tenían menos de 60 segundos. ¡Seguro! Y la
canción – lenta, por supuesto y la niña con los codos por delante – era como
algo visto y no visto. Menos mal que Pedro la repetía, una y dos y tres y muchas
veces. Entre otras cosas, la pobreza de material discográfico era casi extrema.
Eran los bailes de las tardes
del domingo o en las vacaciones de Navidad – en Semana Santa aquello estaba
prohibidísimo - donde se arrastraba el ala mientras poníamos cara de corderitos
degollados y todo aquello que no se debe ni describir ni contar.
Entre otros discos había uno
que a mí me sonaba de manera especial. Obviamente yo nunca había estado en
Capri ni tenía la más puñetera idea donde quedaba aquella isla donde según la
canción era una isla de amor y serena (como si el amor de adolescencia tuviese
algo de sereno) adonde no volveríamos más. Decía “no merece la pena”. ¿Seguro?
Yo pienso que aquello era más una exigencia de la rima que del deseo.
Decía, también que allí, había
nacido el primer querer. ¿Quién ha olvidado el primer amor? Seguro, que entre
las telarañas del alma tiene un lugar intocable. Muchos años después anduve por
Capri. Entonces se me vinieron a la mente las sirenas y Ulises amarrado al
mástil de un barco que hacia una travesía imposible en medio de unas aguas
azules donde las olas tienen crestas de nácar… Ah, el cantante se llama, en su
nombre artístico, Hervé Vilard; la canción Capri c’est fini…
lunes, 30 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Lo negro que asombra
30 de octubre, lunes. Escribió
Rosalía de Castro un poema bellísimo. Lo tituló “Negra sombra”. Rosalía
hace un repaso desde los cabezales de su cama, a la inspiración que a veces
llega; otras, ni por asomo. En el fondo era su soledad, su vida, sus problemas,
su caminar vacilante de lucha cierta. Era ella misma.
No voy a transcribir el poema.
Me quedo solo con dos versos: “y eres el murmullo del río / y eres la noche y
eres la aurora”. Me quedo con la voz, esa voz de meiga que solo tiene Luz Casal
y me quedo con la música de Carlos Núñez
No me resisto, tampoco, a no
escudriñar en sueños ese bosque negro, profundo que se abre en la noche y en el
anhelo de lo imposible, de quien sabe que está ahí, que espera y en el que no
puede entrar.
Kent Follet en Los pilares
de la tierra, contaba de bosques enormes, enigmáticos, desconocidos. Eran bosques
por los que solo transitan los fantasmas, los privilegiados o aquellos a los
que la fortuna le concedió la dicha de adentrarse en ellos y gozar plenamente
de algo que está reservado solo para unos pocos.
El grupo Folk Manantial cantó: “a
mí me gusta lo blanco / muera lo negro / que lo negro es cosa triste /yo soy
alegre y no lo quiero”. Dicen que el negro es el color de la elegancia. No
tengo nada en contra, pero pienso también que el negro es el color del luto, de
las bocas de los túneles y así dicen que eran las puertas del infierno con que
nos asustaban de niños…
Hay también un sentido irónico,
a veces, del color negro. “Tiene un futuro más negro, dijo alguien, que el
porvenir de la ONU. Visto como está el patio
y el caso que le hacen los grandes, los pequeños y los medio
pensionistas, la cosa no estaba muy descabellada. (De la ‘fiesta’ ¿? que nos
están imponiendo, ni mijita).
Me gusta lo blanco. Lo negro,
salvo en los bosques enigmáticos que incitan al placer de las aventuras – no
hay dos iguales – para los que gustan del gozo de esas cosas, hay que dejarlo
en su sitio y decir como Rosalía que es murmullo de río / que es noche…
Por cierto ¿hay algo más bello
que la oscuridad de la noche negra salpicada de estrellas titilantes y uno
aparta las ramas del bosque para disfrutarlas? Sí, los versos de Fray Juan de
Yepes: “Mil gracias derramando pasó por estos sotos…”
domingo, 29 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácorá. El final de Roma
29 de octubre, domingo. Roma, entre otras
cosas, nos legó la lengua, el derecho y las comunicaciones. Hablamos una lengua
romance. Viene del latín, la lengua del Imperio que antes hablaba una tribu,
que vivía en el Latio, de ahí,
latinos; nos dio leyes y nos dejó una
red de comunicaciones, - calzadas y vías-, que unían los puntos
más lejanos.
No todo fue perfección. Permitieron la esclavitud, la tiranía, el
circo – “pan y espectáculos” ¿a que esto suena? – la crucifixión como pena de
muerte y la corrupción de costumbres.
El Imperio alcanzó su máxima extensión con Trajano. Sus dominios,
desde el Atlántico, hasta el mar Caspio, mar Rojo y golfo Pérsico; desde las
islas británicas, al Sahara. Al Mediterráneo lo llamaron: “Mare Nostrum”
(nuestro mar). Todas las tierras que lo
rodeaban eran suyas.
Pasó por tres etapas: la monarquía. Según Tito Livio que escribió Ab
urde condita (Desde la función de la ciudad), la corrupción y el sexo tuvieron
una importancia primordial. Violaron y raptaron a las sabinas, mujeres e hijas de
sus vecinos, para proveerse de mujeres fértiles. Ocurrió el 730 a.C. Sexto
Tarquino, violó, más adelante, también a la virtuosa Lucrecia que se quitó la
vida, el 510 a.C. Escándalo monumental, revolución y el derrocamiento de la
monarquía.
En la lucha entre patricios y plebeyos, se crea el decenvirato,
constituido por 10 hombres para regular las relaciones ciudadanas. Fueron,
también, corruptos. Apio Claudio Craso utilizó su poder contra una plebeya
llamada Virginia. Una sublevación acabó con la segunda etapa: la República.
Siguió la corrupción en la época del Imperio. Aceptaban las infidelidades de los maridos,
siempre que las amantes no fueran casadas. Solteros o casados, tenían libertad de
acostarse con prostitutas, bailarinas y hasta con otros hombres.
Los escándalos eran moneda diaria. Tiberio se vestía de mujer
para sus desenfrenos en Capri, Calígula, aparecía en banquetes disfrazado de
Venus. Nerón, tuvo relaciones incestuosas con su madre y mató a su esposa
embarazada. Mesalina, esposa de Claudio se escabullía de la cama para
frecuentar un burdel.
Según Plinio el Viejo, en una épica orgía Mesalina desafió a una
veterana prostituta en un maratón sexual de 24 horas. La emperatriz ganó tras
acostarse con 25 hombres.
Teodora veinte años más joven que Justiniano había trabajado
en un burdel de Constantinopla. Sin embargo, cuando asumió el cargo de
emperatriz, realizó una gran cantidad de reformas sociales que protegían a las
mujeres del abuso físico y sexual y de la discriminación.
Los bárbaros del norte, en el 305, se adueñaron de Roma, fue su
final. Caían los cimientos de Occidente. ¿El principio del fin?
sábado, 28 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Edificios singulares
28 de octubre, sábado. Tienen
las ciudades edificios singulares. Sin ellos serían, otras. Pienso en este día de
brisas de otoño junto al mar de Málaga en Gibralfaro, la Alcazaba o la Catedral
con una torre y la otra a un cuarto de su camino… Se me vienen a la mente la
Malagueta, la Aduana, el Rectorado (antaño Correos) el Ayuntamiento o ese
ramillete de iglesias con sus torres que un día fueron campanarios…
Hay otros que, según a quien,
les puede marcar de una u otra manera. Algunos formaron parte de nuestra
formación. Nos marcaron por lo que pudieron significar.
Tiene su lugar el edificio del
Seminario. Allí, algunos tuvimos la suerte que sus muros nos cobijasen en los
años en los que la semilla comenzaba a fructificar. Nuestras vidas se abrían,
sin que fuésemos totalmente conscientes.
Dejo a un lado la formación
religiosa. Se nos inculcaron valores de trabajo, puntualidad, esfuerzo,
solidaridad (“de balde y con todo lo nuestro”, decía san Manuel González), entrega,
honradez…. Allí, también, nacieron amistades que duran para toda la vida.
Yo salí del seminario en 1966. En
estos 57 años he vuelto dos, tres veces, quizá. A lo mejor no han sido tantas,
pero siguen impresos en mí aquellos hombres que con sus luces y sus sombras
intentaron nuestra formación. Procuraron modelar el barro que tuvieron entre
sus manos con más o menos acierto. Nunca les he podido dar las gracias
personalmente a todos. Normal. Eso es un imposible. Se las doy en el recuerdo y
por supuesto que, en ese revelado de fotos, se pasan por mi mente como las nubes por los
picachos de las sierras. No todo fue como
ni ellos, ni nosotros deseábamos, pero lo fue.
El obispo de los Sagrarios
abandonados, san Manuel González, ideó el edificio de estilo mudéjar, pero sin
puertas (al Seminario, dijo, se entra por la puerta de la Capilla). Le inculcó
a los arquitectos Guerrero Strachan y Atencia que, había que diseñar, además,
una galería por donde tuviese libertad para transitar el viento entre sus
columnas. En el viento venía la Gracia de Dios; en la oración, ante el Sagrario,
estaba el resto. Sembraron su suelo con un mosaico de piedrecitas pequeñas con
una lección para aprehenderla cada día. La llamaron la ‘la galería de la
obediencia”.
A veces, en estos tiempos – acabo de leer en un periódico de gran tirada y ver en tv sendos reportajes, donde es moda atizar a la iglesia - a uno se le ocurre cambiar el
paso. Una cosa rara… ¿verdad?
viernes, 27 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Losar de la Vera, una fantasía real
27 de octubre, viernes. “La
sierra – así la llamábamos simplemente – era lo primero que veíamos cada
mañana, es lo último que dejábamos de ver cuando anochecía”. Así lo hablaba Josefina
Carabias, de Gredos, de su Gredos, de quien afirmaba que era también su boletín
meteorológico y a la que observaba con mantos diferentes, según época, según si
había tormentas, según si soplaban los vientos, o según si se vestía de nieve….
La sierra de Gredos es también
lo primero que se ve cuando se camina al norte y se traspasa el puerto de
Mirabete y uno se encamina hacia La Vera – la que va de Plasencia a Arenas de
San Pedro. De allí bajan las gargantas ahítas de agua con el deshielo, bravas y
entre peñas de granito que resisten la erosión de siglos.
Allí, a su pie, Losar de la
Vera. Casi todos los pueblos - salvo algunas excepciones, Cuacos de Yuste, por
ejemplo - ponen su apellido junto al nombre. Reivindican mejor así su
existencia, su manera de ser, su identidad propia.
A Losar fui por primera vez
hace más de cuarenta años. Eran otras carreteras, otros lugares a los que aún
no había llegado la modernidad como ahora se entiende. En aquella primera
visita vi que tenía algo de lo que carecían otros pueblos. Losar tenía un
jardinero propio de los jardines borbónicos. Esos que se muestran en los libros
de decoración y jardinería. El hombre con paciencia y un gusto exquisito había
creado figuras vegetales a las que daba forma y horma. Una cigüeña, un ciervo,
una cruz de caminos, un nido, un animal de la sierra, …
Orillaban la carretera desde la
entrada hasta la salida de la localidad. Ahora, esas figuras se han aumentado.
Cuando anduve por allí el pasado verano me dijeron que de aquella primera
enseñanza ha nacido una escuela. “Nos imitan ya en muchos pueblos”, me
contaban. Les dije que sí que era verdad y que lo he visto en muchos sitios. Me
da pena que esa bendita costumbre no se extienda por otros muchos lugares.
Losar de la Vera, a pie de
Gredos, tiene también una garganta, la de Cuartos por donde baja una
torrentera brava y fría que viene de las cumbres de la sierra. Nace en La
Covacha que citó Alfonso XI en su Libro de Montería… y lleva sus aguas
al Tiétar, y luego al Tajo y luego a la mar Océana…
jueves, 26 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Serón, entre los Filabres y el Almanzora
26 de otubre, jueves. Teníamos
cita, de madrugada, en el observatorio de Calar Alto. ¿A esas horas? Sí. ¿Qué
se le puede perder a uno en medio de una sierra cuando la noche vira hacia el
alba? Perder, muchas cosas; encontrar, algunas más. Un pinchazo inesperado y un
rescate de la grúa cuando el frío arrecia. Eso es lo de menos. ¿Lo de menos?
Sí. Lo demás, ver el mundo de las estrellas desde telescopios especiales y uno
se pregunta. ¿Y todo eso para nosotros solos? ¡Es demasiado!
Mientras hacíamos hora cruzamos
las cumbres de la Sierra de los Filabres. Bajamos hasta Serón en una de las
laderas, en las terrazas que dan a la cuenca del Almanzora, la mayor de los
ríos mediterráneos andaluces después del Guadalhorce.
Por esas tierras se las anduvo
el hombre del Paleolítico. Después, romanos. Los nazaríes le dieron cuerpo y
forma y un castillos y una agricultura en bancales y una ingeniería del agua
(atanores, minas, aljibes)… y protagonismo en la guerra de Granada y en la de
los moriscos. (Allí recibió un balazo en un brazo don Juan de Austria y herido
de muerte don Luis de Quijada). Luego, los cristianos que le hicieron una iglesia, en el XVII.
Todos deforestaron con avidez
(carbón, obtención de madera para la Armada, usos industriales para betún y
calafates…) Se salvó (me pregunto ¿cómo pudo salvarse la encina de la Peana, el
mayor árbol de Andalucía por su envergadura y copa?).
Lo peor estaba por venir. La
minería – extracción de mineral de hierro – esquilmó la sierra. ¿Qué recibió el
pueblo? Un trabajo duro y un jornal como para no hacerse millonario. La riqueza
se fue a empresas de ingleses, belgas y alemanes. El ferrocarril – también de
ellos – se fue llevando la riqueza hasta que perdieron rentabilidad. Allí quedó
una sierra desforestada y una población en regresión. (Serón en 1930 tenía casi
diez mil habitantes; ahora, en torno a los dos mil.
No todo es malo. Tiene un
paisaje excepcionalmente bello. La repoblación de la sierra la ha dotado de
vegetación de pinos y ciervos y jabalíes y corzos y rapaces que vuelan un cielo
limpio de nubes y calares que se cubre de nieve cuando arrecia el inverno.
La industria cárnica aprovecha
el frío. Han conseguido un jamón con degustación diferente y embutidos que
compiten con los de otras zonas para conquistar mercado; los precios no
difieren en mucho…
Serón tiene calles estrechas,
tortuosas; un dédalo que se entrecruza y uno se pierde, un río sin agua y un
castillo con unas vistas excelentes.
miércoles, 25 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La sierra de Abdalajís, algo más que una sierra
25 de octubre, miércoles.
En la Penibética está el pico más alto de la Península, el Mulhacén, 3.481 m. Arranca
en el Cabo de la Nao, en Alicante; vuelve al mar, en el Estrecho de Gibraltar.
Forman la Penibética Sierra Nevada, sierra de Loja, Camarolo (a sus pies
Villanueva del Trabuco; en los Alazores nace el Guadalhorce), Torcal de
Antequera, Sierra del Abdalajís y Serranía de Ronda.
Desde la lejanía es
una muralla caliza. Separa lo que antaño se llamó Hoya de Málaga y ahora Valle
del Guadalhorce, de las llanuras subbéticas. Frena los vientos fríos del norte
y proporciona temperaturas más agradables.
No es una sierra
uniforme. En sí, encierra tres: la del Valle, la Capilla y la Huma. La del
Valle, la más oriental. Debe su nombre
al pueblo del Valle, que fue Nescania con Roma. Luego, lo cambió por el de Abd al-Aziz ibn
Musa, primer emir de Al-Ándalus que residió algún tiempo en estas tierras.
Hay senderos como los que van, pasados Los
Atanores por el Cortijo y la Fuente de la Ratilla hasta la cumbre.
La Sierra de la
Capilla ocupa la parte central. Dice la gente del campo que cuando está
cubierta de cúmulos algodonosos grises anuncia lluvia y si no es inminente, en
los próximos días. A sus pies, el Charcón.
La Sierra de la Huma
tiene el pico más alto. Le da nombre. Su altitud 1181 m. Es término municipal
de Antequera. En su ladera, al pie del Tajo de la Rejanada, el cortijo que
recibe el mismo nombre. Es término municipal de Álora, ronda los mil metros.
Entre las Sierras de La Huma y la Capilla, el puerto de Flandes. Debe su nombre
a Andrés de Flandes, sastre que acompañó al ejercito de los Reyes Católicos y
que recibió aquellas tierras en el Repartimiento del Bachiller Serrrano.
A la Sierra de la Huma
se puede subir por la escalera árabe, por la Parda o desde la sierra de la
Capilla. Los días propios en invierno, aunque son muy cortos, primavera o en el
otoño.
He echado un rato con
mis vecinos Paco y Cristóbal (Peguntando se llega Roma y se aprende). Conocen
bien la sierra. Me han hablado también de la Fuente de la Viuda, de Biedma, de
las Pedreras, de la‘Majá’ del Pedrero, de Plateado, de la Fresneda…
La sierra (Reserva de
la Biosfera) tiene una gran riqueza de fauna y flora. Búhos reales, cabra
monteses, buitres leonados, águilas reales, culebras, gatos monteses, jinetas,
lagartos... Aves menores, insectos, además de zorros, conejos, liebres,
hurones, tejones
martes, 24 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Todo demasiado revuelto
24 de
octubre, martes. Necesitamos el agua del cielo; el desastre -
con agua y viento - que ha habido estos días pasados en otros lugares de
Andalucía, no. Aquí los aguaceros han sido breves y poco intensos. El agua ha
propiciado solo algo de refrescón para el campo. Ni alivio para veneros y
pozos, ni por supuesto para que corran arroyos y cañadas. Pero algo, que diría
el conformista, es algo. El otoño no quiere venirse por esta tierra de una vez,
y a punto de cerrar el mes ni se arañan las sementeras ni se vislumbra una
besana seguida de bisbitas picoteando el surco recién abierto. Del viento no
podemos decir lo mismo. Venía con malas intenciones. Ahora,
cuando redacto estas líneas aparecen algunas nubes sobre la Sierra de Mijas.
¿Mira que si viniesen con agua? Otro chaparrón vendría muy bien.
El
temporal ha arrebatado la vida a dos personas en Córdoba y Huelva. Eso, desde luego, duele mucho. Era dantesca
la imagen del viento que agitaba las copas de árboles. Algunos con muchos años
encima. No pudieron aguantar el empuje; se entregaron. Es patético ver tumbado
los árboles que estos días mostraba la televisión con las raíces al
descubierto.
El
otoño despoja del manto verde a los granados y los viste de oro viejo. Las
tardes son dulces, lánguidas, placenteras. Mientras las imágenes que llegan de
otras partes del mundo acongojan. Se cuentan por miles los muertos del Oriente
próximo. La Conferencia de Paz ha demostrado su inutilidad; manifestaciones en
muchos sitios. Algunos de los que van no
saben de la misa la media. ¿Conocen, realmente, qué se esconde en las doctrinas
que dicen defender los dos bandos que se odian en Palestina?
Pienso
en mis amigos homosexuales a los que ahorcarían (sí, como suena) se tuviesen la
desgracia de caer en las manos de esos intolerantes. Pienso en mis amigas que
perderían toda su libertad... Pienso que, algunos fanáticos, nos impusieran su
ley de no poder ni encender la conexión del ordenador por ser un día
determinado de la semana…. ¿Alguien, de
verdad, repara en estas cosas?
Los
pajarillos buscan cobijo cada noche, en el ciprés de la alberca. Pían y pían, y
tienen un gorjeo discorde y chillón. Deben andar a la gresca por la mejor rama,
o el mejor refugio nocturno. Estos pajarillos viven ajenos a lo que pasa en el
mundo. ¿En el mundo de los pajarillos existirá la felicidad?
lunes, 23 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Jeromín, el más grande de los bastardos
23 de octubre, lunes. - ¿Y tú
qué, quieres ser de mayor? Le preguntó el Emperador cuando se lo presentaron en
Yuste.
- Soldado, contestó, para
servir a Su Majestad.
- Tú, le respondió, serás algo
más que soldado.
Don Juan de Austria – Jeromín,
de niño, por apodo de su padrastro - fue
hijo del Emperador Carlos I y doña
Bárbara de Blomberg. Nació en Ratisbona, en el Alto Palatinado, en Baviera,
cerca del Danubio, en una relación amorosa, cuando ya se encontraba viudo.
Un codicilo del Emperador ordenaba
a Felipe II el reconocimiento como miembro de la familia real y su educación en
España. Llegó de la mano de don Luis de Quijada y de su mujer doña Magdalena de
Ulloa a quien don Juan reverenciaba e incluso le daba tratamiento de madre. A
ella le consultó decisiones importantes y ella correspondió con una
inteligencia fuera de lo normal.
Pasó por Leganés, Valladolid y
por Cuacos de Yuste, en la casa que el matrimonio tenía allí. Se dice que la
protección de don Luis era tal, que su mujer, pensó que realmente podría ser
hijo suyo habido en alguna relación extra matrimonial. Cuando Felipe II lo
envía a los Países Bajos ella, para darle mayor protección, lo disfraza de
criado morisco, lo envía por otro camino, a través de Francia a Luxemburgo que
era fiel y allí se entrevista con su madre a la concede una pensión y la envía
a España, a donde se había negado a venir, a Colindres…
Su vida fue breve. A pesar de
ello estuvo presente en los acontecimientos más importantes de su tiempo:
navegación por el Mediterráneo (Túnez, Nápoles, Melilla..), Guerra de la
Alpujarras (le dan un balazo en un brazo en Serón, y don Luis Quijada recibe
una herida en la cabeza de la que la que fallece una semana después en
Caniles), Vencedor de Lepanto y Gobernador General en la Guerra de los Países
Bajos.
Se sabe que, a través de su
amistad con la Princesa de Éboli, hubieron amores con María de Mendoza, con
quien tuvo una niña, Ana que entregó a doña Magdalena de Ulloa – otra vez doña
Magdalena en su vida -para su crianza;
en Nápoles con Diana de Falangola, con
Zenobia Saratosia y con Ana de Toleda, esposa del alcalde de Nápoles.
Se desconoce la fecha exacta de
nacimiento. Se cree que muere con 31 o 33 años, de tifus, de depresión o por envenenamiento.
Su vida pletórica de acontecimientos.
domingo, 22 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Granada, tarde de otoño
22 de octubre, domingo. Hay
días en los que a uno no se le ocurre nada y coge el coche y echa millas fuera.
Loja – rosa entre espinas- se asienta entre el río la sierra. Esa que dicen que
tiene tanta agua, que allí, se da gratis. La tierra a la que el refranero la
trata de aquella manera y la del espadón. El espadón era Ramón Narváez, militar
y político. Dominó – él y otros militares - la política española en un
amplísimo período de tiempo.
- Mi general, le pregunta en el
lecho de muerte, el cura que administra los últimos Sacramentos, ¿perdona a sus
enemigos?
- No. (El cura, deduce que no
lo ha entendido)
- Mi general, le digo, que si
perdona a sus enemigos.
- No, responde, yo no tengo
enemigos, los mandé fusilar a todos.
El sol dorado de la tarde
arremolina nubes de algodón sucio sobre
la sierra de Parapanda. Llego; aparco donde siempre, en el cruce de Trajano,
con Sócrates. Está abierta esa ‘gloria’ para el gourmet, El Jabugo, que regenta,
en la esquina, Nicolas…
- Nicolás tiene usted la
exquisitez de la gastronomía, de la filosofía griega y del Imperio de Roma…
- ¿Ha visto? y, además, en
Granada, me responde…
-Todo es posible en Granada,
todo.
Deambulo, subo por Obispo
Hurtado; luego, por calle Tablas; entro en la Plaza de la Trinidad. Gorjean los
pájaros en el brocal de la fuente. Hay un zureo de palomas. Se deshojan, - sopla
fuerte el viento - , los plátanos. El otoño pone fecha de caducidad.
Dicen que en el Alhambra
construyeron la fuente de los Leones para realzar un jardín. Me pregunto para
qué diseñarían la plaza de Bib-Rambla. Tengo a mano la respuesta, para dar
entrada a la Alcaicería. ¿Cómo no se me había ocurrido antes?
Me pierdo, adrede, por ese
intricado dédalo de calles con mucho turista y arte adulterado. De la Plaza de
las Pasiegas viene olor a especies; de la de la Chancillería, historia de la
Justicia; de San Gil y Santa Ana cambio de tiempos…
¿Y del Paseo de los Tristes? ¿Qué emana el Paseo de los Tristes? Arriba, la
Alhambra, soberbia, imponente, única; abajo, el Darro, y el “agua oculta que
llora”. (Me acuerdo, también, de Giralda, la gran novela de Alfonso
Grosso y de lo imposible que se nos pone la vida, a veces). Con razón, alguien
cantó, “cuando te perdió el rey moro, Granada por ti lloró…”
sábado, 21 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Viento del oeste.
21 de octubre, sábado. Tenía
unas ganas enormes de poner como música de fondo la Balada de otoño de
Serrat. Tenía muchas ganas de repetir eso de “llueve detrás de los cristales,
llueve y llueve.” Sí, sí, esa que
habla de chopos medio deshojados, de pardos tejados, que dice que el agua cae sobre
los campos. Tenía ganas de sentir el otoño en la ventana…
A primeras horas de la noche,
apareció ella. Suave, tibia, temerosa, como quien casi pide permiso por entrarse
en la casa si haber llamado a la puerta y uno se siente henchido por dentro con
solo saberla tan cercana, tan próxima.
Comencé a mandar correos a los
amigos. Todos recibieron el mismo mensaje:
- Ha empezado a llover sobre Álora…
Hay una eclosión de respuestas.
Muestran euforia, alegría. Hay quien va más lejos, Barbeito me dice:
- “La lluvia quiere regalarle
un manto a la Virgen de Flores….”
Escuchaba su monotonía en el
alféizar de la ventana. Me asomo al
balcón. La veo cómo corre por las cunetas de la calle. Era muy egoísta. No pensé en los que en esos momentos no veían
la lluvia como una bendición del cielo. Ustedes me entienden. Hay demasiado
horror casi a la revolver de la esquina.
El cielo de mi sueño, como en
la balada, estaba pintado de gris de nubes ahítas de lluvia. (En algunos
lugares hay un cielo pintado del rojo de bombas y los misiles) El suelo de aquí,
el nuestro, no tenía cascotes de escombros sino una alfombra de hojas de
almeces, de frutales, de granados que las dejan caer con la sinfonía que solo
ellos saben darle cuando llega este tiempo.
Al rato volvió a soplar el
viento. Era el mismo viento que había soplado recio y embravecido durante la
tarde. Había arrancado ramas de muchos árboles, había tumbado palmeras o había
desprendido las cornisas de algunos edificios para que los periódicos llenen sus
portadas con fachadas apuntaladas y servidores de parque y jardines troceando
los restos del desastre.
Era el viento del Oeste. Ese viento
que había empujado un hato de nubes con gavillas de agua, pero era también el que
había dejado, en algunos sitios, una tarjeta de identidad no deseada. Aquí,
como no estamos lejos del Atlántico, es un viento que, cuando sopla como tiene
que hacerlo, es bien recibido porque es el viento que trae en sus entrañas esa forma
de vida que llamamos agua.
viernes, 20 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. ¿Eso no era antes?
20 de octubre, viernes.
Recogen las informaciones de prensa que un grupo de viticultores franceses han
volcado la mercancía que portaban camiones españoles tras pasar la frontera
entre España y Francia. No quieren que entre vino producido en España.
Hace un montón de años, cuando
llegaban las frutas españolas de verano, más tempranas por climatología, que
las que se producían en Francia, ocurrían ataques casi idénticos. Piquetes,
gente incontrolada, agricultores de allí que se sentían agraviados por los de
aquí que jugaban con factor de ser fruta más temprana e incluso más competitiva
que la de ellos y una ensarta de excusas.
Decían los que sabían que eso
se acabaría. Cuando entremos en el “Mercado Común” - ¿Se acuerdan? - será maravilloso. De aquellos polvos de
promesa los lodos de reducción de producción, cortapisas con cantidad de
papeleo y burocracia; los mismos intermediarios , bueno, los mismos no,
aquellos se murieron. Se reemplazaron por otros nuevos… y toda la retahíla que
quieran añadir al invento.
El campo español tiene problemas
con la producción. Estamos llamados a arrancar frutales, cítricos, cereales… Ya
ocurrió algo parecido con la cabaña lechera. Miles de vacas de la cornisa
cantábrica, Andalucía y Extremadura pasaron al matadero. Podemos seguir hasta
aburrir a las ovejas. Por cierto, los ganaderos del ovino no tienen precio por
la leche, deben transformarla en queso y carecen de precios para la lana. Ya no
van desde los campos de Castilla llevando la fibra a los puertos del norte.
Somos parte de Europa. Ni más
ni menos que otros países que forman ese mapa participativo donde las trabas han
enterrado algunas de las buenas intenciones. Se hablaba de la libre circulación de personas
y mercancías ¡Ya ven! Estamos lejos, muy lejos de aquella Europa soñada al
final de los años cincuenta del siglo pasado.
Las siglas de Benelux, Mercado
Común, CEE… eran cosa de antes. Ahora me parece que las han reducido a CE (Los
funcionarios, no). Hay algo evidente. Hemos conseguido muchas cosas y al menos entre
nosotros, por ahora, no nos declaramos la guerra. Europa están formada por una
sociedad de viejos, decrépita y decante. Se han perdido muchos valores que la
hicieron admirable. Sé que esto que acabo de decir es duro, durísimo, pero me
veo decepcionado por pertenecer a algo con lo que soñamos y pensábamos que iba
a ser otra cosa. Claro, eso era antes…
jueves, 19 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Espera...
19 de octubre, jueves. La
tarde está ventosa; mueve las copas más altas de los árboles. La deseada lluvia
no aparece. El peso de las granadas mantiene las ramas rígidas. A las granadas,
como a todas las frutas, les llega su tiempo. Ya están en su punto. A veces queremos
luchar contra los tiempos naturales y nos precipitamos. El refrán lo dice muy
clarito: “No por mucho madrugar amanece más temprano”.
La luz de la tarde regala un
colorido especial. La luz cambia – todo es una mutación – varias veces durante
el día. La luz de la mañana es intensa, fuerte, crece poco a poco. Va y toma su
vigor con tanta fuerza que le dura hasta el mediodía. El sol, dicen, está,
entonces, en su cenit.
Al rato ya ha virado, cambia
lentamente, tan despacio que casi no se percibe. Aún no ha llegado la luz de la tarde, pero hay
momento, no sabemos cuál, y ya ha cambiado. La luz, entre nubes de paso, se
torna de caramelo de miel. Alarga las sombras; los pájaros se toman un respiro.
Los pájaros a esas horas deben andar de cavilaciones y casi seguro piensan cómo
les ha ido el día (mucho viento y poca agua hasta ahora). A mí no me lo han
dicho nunca y me gustaría que me descubrieran el secreto.
Cae la tarde; el campo tiene
otro color. Las nubes que se columbraban sobre los lagares ahora son otras
nubes. A mí así me lo parecen. Son las mismas nubes, pero el sol les regala una
luz más tenue, y entonces, ellas, agradecidas se muestran menos rabiosas.
Sobre la sierra de Abdajalís,
la Huma y la Capilla se echan sobre sus hombros (¿las cumbres de las montañas
tienen hombros?) un manto de nubes. Alguien que sabía de estas cosas, me dijo
que por las mañanas eso era un regalo del viento del norte que, frenado, se
asomaba al valle; por las tardes, el levante no puede pasar por el puerto de
Flandes al otro lado de la cordillera.; se aferra a las paredes de caliza. ¿Y
el poniente, el que trae el agua, ¿dónde está? No sé. Me lo dijeron y lo cuento.
Entre dos luces los pajarillos
vienen a tomar sitio en la habitación reservada en el ciprés del borde de la
alberca. Los pajarillos madrugan mucho, pero cuando la noche avisa que llega,
se vienen a la querencia, y la quietud de la tarde se ve rota por la algarabía
que forman entre las ramas…
miércoles, 18 de octubre de 2023
Una hoja seca del cuaderno de bitácora. Sed de agua
18 de octubre, miércoles. Mi
amigo me llamó hace unos días. Quiero que cuando tengas tiempo – me dijo –
vengas a echar un vistazo a mis naranjas. No le fijé fecha ni hora, pero ayer
supe que andaba por el campo y me fui a verlo.
Era mediodía. Sol de primeros
de septiembre en un cielo azul y limpio de nubes y medio octubre comido en el
calendario. Los bordes de la carretera, llenos de matojos secos. Un día, hace
mucho tiempo, tanto que ni me acuerdo, fueron yerbas de primaveras, florecillas
nuevas que los pintaron de muchos colores y cardos ubérrimos donde picoteaban
los jilgueros como solo saben hacerlo ellos para hurgar en su moña y extraerles
las semillas.
Tuve que dejar la carretera. Me
aparto; un rato de camino por el arroyo. No hace falta decir que el arroyo este
año no ha corrido. Tampoco es novedad decir que Río Grande está totalmente seco
y que el Guadalhorce por Cártama va sin agua…
Antes había un camino por el
que transitaban los vehículos. Ahora da igual. Es un dédalo de pequeños caminos
todos resecos como las adelfas de sus bordes y ni una mala lagartija que rompa
la monotonía. No hay pajarillos, no hay nada. Todo es sequedad. Echa el alma a
los pies. El sol hace chiribitas como en los meses más duros del verano.
Llego; me acompaña a dar un
paseo por la huerta. Yo la esperaba mal – le dije – pero no tanto. Los árboles
parecen que han sufrido el calor de una candela. Se le puede suprimir el
‘parece’ sin temor. Me acuerdo de julio y agosto. El fruto está totalmente
perdido. Estas naranjas no sirven ni para zumo; los árboles con solo ver las
hojas…
Me comenta que el tiempo máximo
que puede tener la bomba extrayendo agua del pozo son tres o cuatro minutos.
Pasado ese intervalo, se para. No hay agua. El pozo está seco. Hace meses que
la balsa donde la almacena en la primavera lleva mucho tiempo si
alimentarse. Está vacía…
Decía don Antonio Machado que
sabemos para qué sirve el agua, pero no sabemos para qué sirve la sed… Sed de
agua. Según el texto bíblico hay otra sed, la de Justicia. Esa también – me
refiero a la justicia anda escasa según algunas cosas que se ven- un tanto o un
mucho escasa. La sed no, la sed es enorme...
martes, 17 de octubre de 2023
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora.
Vejer,
- Vejer de la Frontera - es pueblo encantado. Y con mucho viento que sopla y
deja las calles desiertas. Es, también guardadora de costumbres que sobreviven
al paso del tiempo, y si no cómo te explicas lo de ‘las cobijadas’. Es
pueblo de cal, de mucha cal, que se apropia de la sal de las brisas que suben
desde el cercano Atlántico.
A
Vejer llegan los aires que vienen del Estrecho y los otros, los que dicen que
vienen de más allá, desde el Caribe y los llaman borrascas.
-
¿Sabe usted, me dijo en una ocasión en la barra del bar un hombre con surcos en
la cara, aquí llegan los aires que viene de América y cuando vienen cargados de
agua, entonces se abre el cielo y llueve y llueve y…?
No
lo dejé seguir, y le interrumpí y le dije:
-
Como el diluvio universal.
Y,
entonces, brotó la chispa que solo tiene la gente de Cádiz:
-
Sí, pero sin arca y sin Noé dentro.
No
tuve más remedio que esbozar una sonrisa. Eso solo se le puede ocurrir a uno de
Cádiz y cuando nadie lo espera.
Tampoco
esperaba el comentario de un señor con mandil rojo ante en improvisado
mostrador de un puesto callejero:
-
Hoy no hay colesterol, mañana será lo que Dios quiera…
En
Vejer de la Frontera este pasado domingo tuvieron la idea de proclamar el Día
Internacional del Lomo en manteca. ¿Cómo te quedas? Nada más ni nada menos que ‘internacional’.
Los límites del pueblo se quedan pequeños. Claro que después de haber escuchado
una y dos y muchas veces aquello de que “con la bombas que tiran los
fanfarrones / se hace las gaditanas tirabuzones…”
Al
lomo le han acompañado otros manjares. Tienen nombres conocidos para que nadie
se pierda: morcillas, chorizos, chicharrones, salchichón, jamón…. No hay que ir
al diccionario. Quizá, dentro de unos días, adonde hay que acudir es al médico
de cabecera para pedir una analítica completa. De los resultados mejor no
hablar; de ‘gota’ y esas cosas, tampoco.
Vejer
tiene arte. Vejer tiene belleza escondida, recóndita y a la que hay que
descubrir al revolver de cada esquina. Vejer tiene el embrujo de los pueblos
viejos, tanto, tanto que se acurruca en la noche de los tiempos. A tiro de
piedra el Estrecho; en frente, África y dentro esa chispa que es capaz de
celebrar ¡nada menos! que Día Internacional del Lomo en Manteca. ¡Casi ná!