martes, 20 de junio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Guadalbullón

 

 

                           


                        Río Guadalbullón entre Granada y Jaén, en La Frontera


20 de junio, martes. Granada paladea los versos de Federico y ve irse el Genil “de la nieve al trigo”.  El Genil, por la vega fecunda entre choperas y cultivos… En lontananza Loja, “rosa entre espinas”. El viajero sigue camino. Pasa Granada; asciende la carretera; hace años dos puertos infernales, sobre todo en invierno, el Zegrí y el Carretero; ahora, la autovía moderna rompe moldes; casi los obvia; más al primero, que al segundo.

Casi al superar el límite provincial entre Granada y Jaén, la carretera desciende si se va al norte; se sube, si se viene en sentido contrario. Es vía de comunicación natural. El río, el cauce del río, para ser más preciso, sirvió desde siempre de camino. Escinde una muralla de rocas;  los picos de Sierra Mágina; en otro tiempo, lugar de peligros. La toponimia lo canta: La Guardia de Jaén, la Cerradura, la Frontera…

Según qué tiempos en su suelo se asentaron pueblos; luego, como en todo, momentos más duros y supervivencia difícil. El hombre primitivo y Roma dejaron huellas indelebles; en la Guerra de Granada tuvo su protagonismo; pasada la Guerra de la Independencia, allí – en Campillo de Arenas – se enfrentaron las tropas del General Ballesteros contra los Cien Mil hijos de San Luis

El río es el curso natural por el que entraron las comunicaciones y los hombres. El río hasta el Guadalquivir, el que va de Cazorla a Sanlúcar y se enriquece y se engrosa con todas las escorrentías que le llegan; luego, él las reparte en sus orillas. Una traducción moderna de la Ley conmutativa parece decir: dame, para repartirlas yo… y así lo hace.

El Guadalbullón, modesto, aporta su contribución. En sus pequeñas, casi diminutas ensenadas, donde la tierra lo permiten, han sembrado olivares que bajan de los montes a la orilla. Desde la carretera se ven cómo bambolea el viento los pimpollos de enveses plateados.

Es tierra quebrada, muy quebrada; estrecha y tortuosa. La técnica ha construido túneles y puentes. Río y capacidad de lucha del hombre se pulsean. El uno, abajo, caracolea, se esconde bajo la vegetación de ribera. Deja que el viajero intuya que lleva agua; el otro, impone su dominio y no hay nada que lo pare en su dirección. Donde se puede, aparecen letreros en el borde de la autovía, que indican otros posibles destinos: Carchelejo, Chárchel, la Guardia de Jaén, Arbuniel, Cambil, Pegalajar… Gaudalbullón a mitad de camino entre la nieve y el mar de olivos.

                           

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