Calle Joaquín Costa, 'antes' y ¡después' (Madrid)
17 de junio,
sábado.
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“Siempre, cada día, nos sorprende
con historias nuevas y distintas”, dice María.
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“Sí, contesta, Antonia María, es una
suerte tenerlo diariamente”.
Regreso al caer la
tarde. He deambulado por la ciudad; he estado todo el día fuera. Una manera –
hay también otras, por supuesto - de llenar el día; uno tiene la obligación de
darle contenido. Alguien me enseñó, que la ociosidad es la madre de todos los
vicios. (Vicios tengo un montón. Se ve que a veces estoy ocioso).
Hacía mucho tiempo
que no pasaba por la calle Joaquín Costa. No exagero si quince, veinte años. Es una calle amplia, importante, con
personalidad y sello propio; acorde con el prócer que le da nombre. Arranca en
el Paseo de la Castellana; entrega los trastos, en la plaza de López de Hoyos,
a la de Francisco Silvela.
A Joaquín Costa,
hombre de semblante serio, lo vemos en los cuadros antiguos con una barba larga
y corbata de palomita. Aragonés del XIX, de Huesca, de Monzón; estudioso de
muchas cosas. Fue uno de los seguidores del krausismo y compañero de Giner de
los Ríos y, además, un hombre del regeneracionismo que luchó contra la España
de los caciques…
Su lema: “agua,
caminos y escuelas”. La España analfabeta de aquel tiempo no se parece en
nada a la de hoy. Se han conseguido “escuelas”, la de “caminos” era
diferente; hoy, autovías, autopistas, trenes de alta velocidad. Otro logro…
La España de “agua”
tiene mucho trecho por andar. Un plan hidrológico nacional con trasvases desde
donde sobre agua – ojo, sobre, no digo que se le rapiñe – se lleve a los
lugares donde se le pueda sacar provecho… Ahí, si se ve como está el patio, me
parece que no se va alcanzar en mucho tiempo, salvo que los españoles frutos de
“escuelas” (en toda la amplitud) y “caminos” nos den la lección…
Me ha sorprendido el
‘nuevo’ aire de la calle. Arbolada como muchas zonas de Madrid (con Berlín, la
capital europea con más árboles), aceras amplias y lo que me ha sorprendido más
gratamente: han suprimido el scalextric que salvaba López de Hoyos…
Quien escribe lo
hace con dos objetivos: el prurito del ego y que alguien lo lea. A Antonia
María la conozco muy poco. He hablado con ella, si digo unas cuantas veces, a
lo mejor, me excedo; a María, personalmente, no… Ellas me han sorprendido con
su comentario. Creo que es de gratitud sorprenderlas, a ambas dos, con estas
letras Gracias, amigas.
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