jueves, 22 de junio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Titiritero

 


                                      

 
                          Mario Enzo. Titiritero


22 de junio, jueves. Los húngaros llegaban sin avisar. No sabíamos de dónde venían ni hacia dónde iban. Su paso, fugaz; no tanto como las estrellas, o sea los meteoritos que cruzaban las noches de verano. Eran cómicos ambulantes. Se ganaban la vida con un espectáculo en la calle.

Una trompeta convocaba al público; hacían un cerco. En medio, un trípode, con unos escalones para llegar a los más altos… Una cabra famélica, extraña, de pelo largo y diferente a las cabras que había en mi pueblo, amaestrada, se movía al son de la música que salía de la trompeta…

Cuando acababa la función, la húngara, casi siempre una mujer de mediana edad con ropa andrajosa y larga, de colorines raros y extravagantes y un turbante en la cabeza pasaba un platillo demandado unas posibles monedas. Al rato se escuchaba la trompeta en la lejanía del pueblo; en otra esquina; ante otro público.

Hace unos días se nos ha ido Mari Carmen. Esta señora hacía hablar a sus muñecos. Esta señora consiguió que muchos españoles esbozaran una sonrisa. Mari Carmen no actuaba en la calle. La televisión, las salas de fiestas…

 Joan Manuel Serrat, hizo una canción con un mensaje enorme: “Titiritero”.  Nos contó otra cosa. Nos dijo: Es de aquella raza / que de plaza en / nos canta su pena”. También lanzó un mensaje de gratitud para ellos.

He leído una noticia preocupante. El protagonista, un hombre joven, dice el periódico que tiene treinta años; pelo fuerte, ojos negros y grandes, cara expresiva. Dice que se busca la vida como titiritero. Se desplaza con una furgoneta en la que actúa cuando hay lugares donde no le permiten el espectáculo al aire libre. Cruza España como la cruza el viento….

El hombre – no ha querido revelar el nombre del lugar – lo ha pasado mal. Un grupo de niños ha vilipendiado a sus títeres. Les ha faltado al respeto. En el fondo ha sido a él que es quien da animación a los muñecos. El hecho es serio, feo, grave…

Hay algo peor, según cuenta el hombre, ningún padre ha reprochado ni corregido a esos niños carentes de civismo. El hombre se ha preguntado en voz alta sobre la sociedad que estamos criando, alimentando y a la que damos toda clase de dádivas. El hombre se ha cuestionado algo que también podemos hacerlo nosotros ¿a dónde vamos?  El hombre se llama Mario Enzo.

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