Rosaleda del Parque del Retiro (Madrid)
14 de junio, miércoles. Madrid,
en el Parque del Retiro, tiene un espacio de luz y rosas. Lo llaman la rosaleda
del Retiro o de Cecilio Rodríguez. El parque en su historia se nos han hecho un
poco mayor. Supera el siglo de vida; lo creó en 1915 el jardinero mayor de la
Villa y Corte. Imitaba la rosaleda a la del parque de la Bagatelle en el
Bois de Boulogne de París…
Se plantaron rosales traídos
desde las mejores rosaledas de Europa. Durante la Guerra Civil se destruyó.
Volvió a replantarse con cuatro mil unidades cuando terminó la barbarie. Se
modificaron fuentes y paseos. Se hicieron arriates nuevos y, además, se
ubicaron pérgolas y arcos que le dan una aspecto inconfundible. En los años
sesenta del pasado siglo se volvió a actuar sobre ella. Hoy es Patrimonio de la
Humanidad.
Las rosaledas son visitables
todos los meses del año, pero ésta del Retiro tienen ‘sus mejores días’ en mayo
y junio. Antes, los fríos que la ciudad arrastra del invierno, y si la
primavera no se adelanta hace la que la floración sufra un cierto retraso. Los
excesos de calor del verano le dan un varapalo enorme. Tiene otro problema, las
tormentas que antes o después de San Isidro tienen la ‘mala’ costumbre de
descargar sobre Madrid con lluvias torrenciales o con granizo.
El creador de la rosaleda por
antonomasia de Madrid, es Cecilio Rodríguez – hay otra, la del Parque del
Oeste, también soberbia, fruto del jardinero Ortiz – nació en Valladolid en las
segunda mitad del siglo XIX. Desde niño vivió en Madrid. Con ocho años, en los
tiempos que corren ¡quién lo diría!, entró a trabajar en los jardines del Paseo
de Recoletos. En 1914 fue nombrado Jardinero Mayor del Retiro. Su labor no
quedó circunscrita al espacio del parque, sino que la abrió a otras zonas de la
capital. Tuvo que hacer frente a numerosos problemas porque no siempre tuvo la
comprensión del pueblo madrileño.
Hoy el Retiro se valora por
muchos aspectos. El principal por ser un pulmón verde de enormes beneficios y
por la belleza y riqueza ornamental, que ofrece a los transeúntes. Su rosaleda,
un valor ponderado desde dentro y admirado desde fuera por los amantes de la
jardinería, del buen gusto y de la riqueza del paisaje urbano.
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