5 de
junio, lunes.
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¿Tú ves una ventana pequeñita allí, enfrente, en
la pared de aquella casa, debajo del alero del tejado donde terminan las tejas por
encima de la puerta?
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Sí, respondió el niño.
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Aquella ventanita está en la cada donde vivía
Mariquita “la del diablo…”
El niño
miraba y escrutaba con la vista. Agudizaba la mirada, quería ver… Era una
ventanita pequeña, rectangular, más alta que ancha. El niño veía unos barrotes
y detrás de los barrotes de hierro solo percibía la oscuridad. Por más que
miraba y miraba nunca veía nada. Ninguna figura de ser humano, hombre o mujer,
ninguna figura ‘rara’ se dejaba ver al otro lado, ni incluso se intuía. Nada.
Solo la nada en la penumbra. Solo oscuridad. De noche, la ventanita se perdía y
hasta que no aparecía otra vez la luz de la mañana no dejaba verse.
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Mamá, preguntó el niño, tú conociste a
Mariquita, “la del diablo”
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No, respondió la madre.
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Y quien era ¿Mariquita, “la del diablo”?
Verás.
Hablaba la madre mientras tomaba el sol tibio de una tarde de invierno en la
terraza de su casa. La madre estaba
sentada en una silla baja, con respaldo de tablillas de madera, curvadas para
que se acoplasen a la espalada. La silla tenía el asiento de aneas. Dos
pirindolas torneadas remataban los palos del respaldar. El niño, sentado en
suelo, escuchaba con atención a su madre y los ojos unas veces iban a la cara
de su madre y otras a la ventanita de la casa de la casa de Mariquita, “la
del diablo”.
Su
padre era un hombre que trabajaba en el campo. Tenía una pequeña haza de olivos
y algunos almendros…Todos los días iba al campo y siempre tenía alguna faena que hacer. Dicen
que su padre, cuando era muy pequeña, tan pequeña que solo tenía unos meses de
vida, su padre que era malo, un hombre muy malo, se la vendió al diablo. (El
niño por miedo contuvo instintivamente, la respiración). En el pueblo -narraba
la madre- comentaba la gente, que el diablo, a cambio, le dio un tesoro que
estaba enterrado en el monte, en la solana, bajo un acebuche, arriba de la
cuesta. El tesoro lo habían escondido los moros cuando tuvieron que irse y solo
el diablo y ellos sabían dónde estaba…
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