lunes, 5 de junio de 2023

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Alora. Historias y Leyendas: Mariquita "la del diablo" (I de V)

 




5 de junio, lunes.

-         ¿Tú ves una ventana pequeñita allí, enfrente, en la pared de aquella casa, debajo del alero del tejado donde terminan las tejas por encima de la puerta?

-         Sí, respondió el niño.

-         Aquella ventanita está en la cada donde vivía Mariquita “la del diablo…”

El niño miraba y escrutaba con la vista. Agudizaba la mirada, quería ver… Era una ventanita pequeña, rectangular, más alta que ancha. El niño veía unos barrotes y detrás de los barrotes de hierro solo percibía la oscuridad. Por más que miraba y miraba nunca veía nada. Ninguna figura de ser humano, hombre o mujer, ninguna figura ‘rara’ se dejaba ver al otro lado, ni incluso se intuía. Nada. Solo la nada en la penumbra. Solo oscuridad. De noche, la ventanita se perdía y hasta que no aparecía otra vez la luz de la mañana no dejaba verse.

-         Mamá, preguntó el niño, tú conociste a Mariquita, “la del diablo”

-         No, respondió la madre.

-         Y quien era ¿Mariquita, “la del diablo”?

Verás. Hablaba la madre mientras tomaba el sol tibio de una tarde de invierno en la terraza de su casa.  La madre estaba sentada en una silla baja, con respaldo de tablillas de madera, curvadas para que se acoplasen a la espalada. La silla tenía el asiento de aneas. Dos pirindolas torneadas remataban los palos del respaldar. El niño, sentado en suelo, escuchaba con atención a su madre y los ojos unas veces iban a la cara de su madre y otras a la ventanita de la casa de la casa de Mariquita, “la del diablo”.

Su padre era un hombre que trabajaba en el campo. Tenía una pequeña haza de olivos y algunos almendros…Todos los días iba al campo y siempre tenía alguna faena que hacer. Dicen que su padre, cuando era muy pequeña, tan pequeña que solo tenía unos meses de vida, su padre que era malo, un hombre muy malo, se la vendió al diablo. (El niño por miedo contuvo instintivamente, la respiración). En el pueblo -narraba la madre- comentaba la gente, que el diablo, a cambio, le dio un tesoro que estaba enterrado en el monte, en la solana, bajo un acebuche, arriba de la cuesta. El tesoro lo habían escondido los moros cuando tuvieron que irse y solo el diablo y ellos sabían dónde estaba…

 

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