Para ti...
lunes, 31 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Groenlandia se derrite
Groenlandia es la isla más grande
del mundo. Está al noreste de América, entre el océano Atlántico y el océano
Glacial Ártico. Físicamente pertenece a América; políticamente a Dinamarca y en
su cultura, forma parte de las tierras septentrionales de Europa.
Estuvo poblada desde el Tercer
milenio antes de Cristo, aunque hubo periodos en su historia, en los que estuvo
sin ninguna población sobre su inhóspito territorio. Actualmente tiene unos
18.000 habitantes, y un estatus político de autonomía, reservándose Dinamarca
las competencias en asuntos exteriores, seguridad y política financiera. Anualmente
le concede una subsidio de 633 millones dólares que le permite a sus habitantes
una renta per cápita de 11.300 dólares.
Cercano a terminar el primer
milenio, el vikingo Erik el Rojo fue expulsado de Islandia por haber asesinado
a varias personas. Navegó hacia el oeste y encontró una isla enorme en
extensión y prácticamente inhabitable por sus bajas temperaturas a lo largo de
todo el año. La llamó Groenlandia que en español, que significa “tierra verde”.
Según la geografía, solo es verde
en la parte sur de la isla, donde lo permiten los glaciares. En opinión de los
expertos, esto no pasó de ser un reclamo para atraer a otros posibles
pobladores, ya que el país de origen de Erik, Islandia, significa “país de
hielo”.
Por su parte occidental conoció
la llegada de los pueblos inuit (en
singular inuk, que significa ‘hombre o persona’) procedentes de las Regiones
árticas de América del Norte. En Canadá, el término esquimal, se considera
racista y despectivo. Los inuit venía aún de más lejos, desde Siberia, y habían
cruzado el estrecho de Bering en su caminar hacia el Este. Los inuit tiene una
rica mitología. Creen en la rencarnación
de los espíritus, en el cielo y en el infierno.
La capa de hielo de Groenlandia,
es uno de los mayores reguladores del nivel del mar. Sus datos señalan que “en
julio del año pasado se registró un pérdida de la capa de hielo de unas 223
gigatoneladas” y en todo el año 2010 fueron 532. Un descenso sin precedentes en
el período 1948-2019.
Estas cifras están alarmando a
los científicos. Afirman que la capa de hielo de Groenlandia, tiene una
trayectoria de creciente pérdida de su masa desde finales de los años 90, como
consecuencia del calentamiento del Ártico que repercutirá en todo el planeta
Tierra.
domingo, 30 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora: Turner, Taró y Ponce
Turner (Joseph Mallord William Turner, nació en Coven
Garden, Londres, en 1775 y murió en
Chelsea en 1851), está considerado como uno de los grandes pintores
acuarelistas de la historia, y aunque su obra en óleo es excelente, sus
paisajes en acuarelas le dieron un lugar propio entre los pintores del siglo
XIX.
Vivió a caballo entre los dos siglos. Su
madurez la alcanzó muy pronto (a los 22 años ya era académico) su influencia en
el resto de los pintores europeos fue enorme, hasta el punto que sus nieblas,
sus marcos marinos, y su ambientación dentro de las tempestades, le acreditaron
en el mundo del arte.
Viajó por toda Europa. Suiza y Francia, lo
marcaron. Estudió en el Louvre, Venecia y Roma. El mar está muy presente en su
obra. Las escenas marinas, tempestades y oleajes impetuosos, son una constante
en sus cuadros.
Su infancia, en un principio gris, no influyó
en el genio que se desarrollaría después. Su padre terminó de barbero, y su
madre murió en un siquiátrico, probablemente por no haber podido superar la
muerte temprana de una hija.
No olvidó su origen humilde y quiso dejar un
montante considerable de dinero para artistas a los que él consideraba
“artistas desmoronados”, pero que luego por avatares del destino, no tuvieron
el fin que les habían asignado. A su muerte y contra su voluntad, su obra se dispersó por diferentes museos.
En Málaga, en ciertas época del año, se produce
un fenómeno meteorológico llamado ‘Taró’. Es una niebla espesa que arranca en
El Palo y llega hasta las costas de Estepona, sobrepasando con creces la Bahía.
Dicen que la palabra es de origen fenicio, a los que, por otro lado, en estas
tierras debemos tanto.
El fenómeno se produce cuando entra una masa de
aire caliente desde África, al tomar contacto con el mar de Alborán, que si en
esos momentos tiene una temperatura inferior a los 25º produce una niebla densa
que lo invade todo.
Pepe Ponce es un fotógrafo excepcional. Es puro
arte detrás de la cámara. Ha captado este momento en Puerto Banús – de
actualidad también estos días pero por causa de un incendio pavoroso – en el que
la niebla lo invadía todo y podría haber servido de modelo para un cuadro de
Turner. Pues fue que no, fue para que Pepe Ponce mostrase el arte que lleva
dentro.
sábado, 29 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. El pintor y su obra
Leonardo Fernández está en un
momento espléndido de madurez. Los artistas tienen una evolución, como todo en
la vida, con un comienzo, del que luego cuando llegan a la cumbre suelen
arrepentirse y se hacen una pregunta, naturalmente, sin respuesta: ¿por qué
hice yo aquello? Era su tiempo y su momento. No hay otra cosa que alegar.
Tiene Leonardo una producción
superior a las mil obras esparcidas por el mundo, de las que más de ochocientas,
se han vendido desde galerías catalanas a admiradores de su obra en aquellas
tierras. Da una idea de la producción y
de la expansión pictórica de este artista malagueño, nacido en calle Tomás de
Cózar, a la sombra de la iglesia de Santiago y de la Plaza de la Merced, donde
correteó de niño.
Leonardo es el pintor de los
bodegones, de los patios malagueños de comienzos del siglo XX, de los grifos
que gotean agua, del agua que reboza los bordes de la orza… y de las rosas. Son
rojas, amarillas, violetas… “¿Qué sería de la vida sin las rosas?” se
preguntaba Federico García Lorca. Trasládenlo a los cuadros del genial
malagueño y pregunten ¿qué sería los cuadros de Leonardo sin esos pétalos que
destilan amor, belleza, empatía…? En una palabra ¿qué sería los cuadros de
Leonardo sin las rosas?
Es el pintor de lo primoroso, el
jazmín que destila amor, el humo de la castañera, la gota de agua que corre por
el otro lado del cristal, la mosca
impertinente posada en el marco de la ventana desvencijado… No intenten
espantarla. Es tan real, que es una pintura.
Ha recogido también en sus
cuadros, acontecimientos históricos con obras de gran envergadura, como el
Fusilamiento de Torrijos o el Sitio de Fuengirola. Por su gran tan tamaño,
exceden de las dimensiones habituales. Muestran además, el acopio de documentación para conseguir la ambientación precisa,
idónea, y lo que es más importante, el trabajo concienzudo, tenaz, asiduo, del
hombre, en este caso, del artista que se supera a sí mismo…
Toca también, aunque de manera
más esporádica, el retrato. Personas de las que capta los detalles puntuales, y
sin embargo, y lo que es más importante, nos muestra un retrato del alma de
quien posa ante él. Este hombre de bodegones, flores, grifos rotos…, y de
personas. Un pintor excepcional.
viernes, 28 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Manolete
Hoy, 28 de agosto, día de San
Agustín de Hipona, el que acuñó: “Nos hiciste Señor para ti y nuestro corazón
está inquieto hasta que descanse en ti”, Manuel Rodríguez Sánchez, Manolete
(1917-1947), se vistió de rosa en la plaza de Toros de Linares, formando terna
con Luis Miguel Dominguín, que le comía los terrenos y Gitanillo de Triana.
Ganadería, Miura, de Lora de Río, finca Zahariche. Un toro: Islero, número 21
en la camada…
¿Hizo Dios a Manolete para el
toreo? Aquí cuadra lo del refrán: “De casta le viene al galgo…” Su padre,
torero, su madre, casada en primeras nupcias con Lagartijo Chico. Su abuelo, su
tío y su primo, toreros… ¿Descansó el corazón del que llamaron IV Califa el día
que pasó a la Historia del toreo? No lo sabremos nunca. Los muertos no hablan.
Las leyendas son eso, historias que otros hacen que corran y corran y nunca se
terminen.
La muerte llegó de madrugada. La
cornada, en el quinto toro, que ya le había ‘avisado’, parecía, dice Rosario Pérez, que traía ya la
muerte consigo. Una premonición desde antes de acudir a la plaza lo había
dejado entrever… Manolete se vistió en el Hotel Cervantes. Por la mañana, le
anunció a los periodistas “K-Hito”, y Bellón que era su último año y que se
despedía de los ruedos. ¡Tenía hambre de vivir la vida!
Algunos investigadores quieren
ver una intención maligna al administrarle un plasma en mal estado, donde el
fascismo y la iglesia no ‘veían’ con buenos ojos la vida que llevaba con Lupe
Sino, su compañera, que podía ser un mal ejemplo para la juventud, mientras que
su muerte en la plaza, lo pasaba a las páginas de la heroicidad. Cuando he
estado documentándome para escribir esta líneas, eso me parece demasiado,
demasiado.
Enjuto como un junco del río.
Enhiesto, seco, impasible. En la mediación del camino del toreo estilista y
puro de Joselito, y el ‘pasmo’ de Belmonte. Manolete fue el ídolo de una España
de alpargata, hambre y luto. Su muerte conmocionó de tal manera, que 73 años
después, se siguen escribiendo – cada vez menos, es verdad – pinceladas de su
vida.
jueves, 27 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora Nuestra rosa de cada día.
Para ti...
PD. Las calores rigurosas de este mes de agosto han achicharrado las rosas. He optado por cortar toda la brotación para propiciar nuevos brotes. Hasta que no llegue la floración de otoño la rosa que, a partir de hoy, incluida ésta, serán fotos de rosas de archivo. En cuanto volvamos a la normalidad os lo comunicaré. Creo que es la opción más idónea. Gracias por la comprensión.
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Blanca y V
Baraxil Azcuénaga, comenzó
hablándole de la alta consideración que
tenían de su padre, a quien además de un cristiano íntegro, lo consideraba muy participativo
en la comunidad eclesial y comprometido. Ella sintió una cierta inquietud
interior…
Luego, le desgranó un rosario
cronológico de sus grandes obras esparcidas por la geografía española, del
prestigio alcanzado, y de lo que en Euskadi se le valoraba… y de pronto le
espetó: también le reconocemos los que estamos inmersos en nuestra causa, el
gran servicio que hizo cuando acogió en su casa a Aingeru Gorriti…
Un escalofrío le sacudió el
cuerpo. No sabía si sentía un bochorno con un calor inmenso en la cara, o un
ansia incontenible de vomitar… Por su mente pasó un tiempo que ya tenía
olvidado y luego rebobinó, “viene a comunicarme un impuesto revolucionario”. Se
lamentó no haber conectado los micrófonos y grabarlo todo. Se enrabietó por la
torpeza, pero se repuso poco a poco.
El hombre hablaba, le señaló
puntos concretos donde ella y su marido… Oía, pero no escuchaba. No quería dar
crédito a que tuviesen una información tan pormenorizada. “Su hija Aranzazu,
dijo, sale con un joven profesor y se citan en la calle Corazón de María, 18,
3º B. No podía más. La cabeza le retumbaba. Temía perder la compostura, sentía
ganas de gritar, de levantarse de…
Hemos pensado, agregó, que su
casa es el sitio apropiado para dar acogida a un compañero que tiene que solventar
unos asuntos aquí, en Madrid. Usted tiene una alta reputación social y nadie
puede conectarla con nosotros…
Traigo el encargo también, de transmitirle la invitación
a que acuda -enfatizó - al pliego abierto de nuestra incumbencia, y que
nosotros asignamos y donde se
especifican una batería de nuevas construcciones y reparaciones en algunos
templos emblemáticos de nuestra ciudad…
Estaremos en contacto, dijo
levantándose. Esgrimió una sonrisa a medias. Ella estaba seria, muy seria,
tremendamente seria. Le despidió con una frialdad que emanaba de su cuerpo y
que salía por los extremos de los dedos de la mano.
Siete días después, Blanca y su
marido volaban en el vuelo 247 de la TWA con destino a San Luis de Missouri. Su
amiga y antigua compañera, María Fernández, le había confirmado que estaba en
pie el ofrecimiento del Concejo de la Universidad, de unos meses antes, para impartir
un curso sobre los grandes arquitectos españoles con una duración de siete
meses. En cuanto pudiese Aranzazu se uniría a ellos… Se cerraba su casa indefinidamente,
sabedora que no volvería nunca más y, que en su momento, vendería el 34% de su
participación en el despacho de la calle Juan de Mena 27 de Madrid.
miércoles, 26 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Blanca IV
Era media tarde de un día soleado
de otoño. Sobre El Retiro se columbraban en un cielo muy azul, unas nubes que
iban de paso. Un ruido sordo y opaco, subía de la calle. El tercer piso de la
calle Juan de Mena, 27 de Madrid, tenía un amplio ventanal por el que la tarde
se asomaba hasta la mediación del despacho.
El despacho de Blanca no era ni
grande ni pequeño, funcional y donde no faltaban las pinceladas de buen gusto. En los testeros, pinturas de pintores
reconocidos, de Rittwagen, un cuadro naïf de los Baños del Carmen en
Málaga, y de Leonardo Fernández, un
bodegón en un patio andaluz de principios del siglo XX. Las otras dos las había adquirido en una
galería de Madrid, en la calle Claudio Coello. Eran de un pintor joven que ya
tenía un nombre reconocido: Cristóbal Pérez. Uno recogía una calle de Nueva
York, con la densidad del tráfico enorme que ocupa la urbe; el otro, una marina
apaisada de un mar con olas medianas coronadas por un pespunte de nácar. En un
rincón, un jarrón con flores secas…
Pensó primeramente que podría ser
algo relacionado con su trabajo profesional, pero le había extrañado bastante que
el señor con el que había concertado la cita, la había llamado a su teléfono
privado, obviando a la secretaria que era lo habitual, y le había dicho: “con
usted, a solas y sin testigos”. En un principio estuvo tentada de no concederla
y alegar que estaría fuera, pero le parecía tan poco consistente la excusa, que
optó por terminar cuanto antes.
La secretaria, a la hora en punto
en que estaba concertado el encuentro, le anunció que en el vestíbulo estaba un
señor... Le acercó una tarjeta de visita en papel de muy alta calidad y de
diseño: Baraxil Azcuénaga, Idazkaria.
Tenía una enorme curiosidad por conocer el objeto de la visita.
Se saludaron cortésmente y lo
sentó en la zona del despacho para atender las visitas. El hombre, relativamente
joven, poco más de treinta años, no mal parecido, complexión de quien cuida su
aspecto físico, con una nariz muy prominente, tenía un hablar pausado. Le
ofreció un café, un refresco, agua… Rechazó con una sonrisa el ofrecimiento y
le manifestó que no deseaba tomar nada…
martes, 25 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Blanca III
Cuando terminó la carrera –
Blanca tenía un expediente brillantísimo – trabajó en varios Gabinetes Técnicos
de Arquitectura. Casi no le dejaban firmar proyectos, aunque eran obras suyas
en un porcentaje muy alto. Sabía que era el peaje obligatorio de todos los que
empiezan. Un día, Endrike Aldazaba, catedrático de Composición Arquitectónica
en la Escuela, que había seguido sus pasos, le propuso si quería ir a trabajar
con él de adjunta. No lo dudó…
Pasaron los años y Blanca
Azpilicueta era profesora – la endogamia académica en la Universidad le había
obstaculizado acceder a la cátedra – de Composición Arquitectónica 2, en quinto
curso de la Escuela Superior de Arquitectura en la Universidad Complutense. Su
prestigio ya era conocido en toda España.
Tengo que ir, le dijo, a dar una
conferencia en la Casa de la Provincia en Sevilla. “La línea modernista en
el mudéjar de Aníbal González. Influencias de la Exposición Iberoamericana de
1929 en la arquitectura española”. Es para mí muy importante. Va a asistir
lo más nutrido del ámbito profesional… Si no te importa, sácame el billete y la
reserva de hotel, estoy un poco agobiada.
Cuando regresó por la noche, le
dijo que la acompañaría. Había pedido unos días de asuntos propios y no quería
dejarla sola en un momento tan especial. Había reservado en el Hotel Doña María,
en calle don Remondo, muy cerca del lugar donde pronunciaría la conferencia y
casi al pie de la Giralda. … El AVE llegó a la estación de Santa Justa puntual,
a las 18,49 como marcaba en el billete.
Un taxi los acercó al hotel.
Después, salieron a dar un paseo por el Barrio de Santa Cruz. Calles estrechas,
tortuosas , calles con misterio y mosaicos que venden la historia de la ciudad
desde las paredes: callejón del Agua, Mateos Gago, Abades, Rodrigo Caro… Se sentaron en uno de los bancos de mosaicos,
en el centro una fuente y un pequeño saltador que aportaba un rumor especial.
Tocaban las campanas de la catedral. “¡Ay Plaza de Doña Elvira!”
Picotearon algo, y regresaron
tarde al hotel. En la terraza, con la catedral al alcance de la mano, tomaron
una copa. Era una noche de embrujo. Era una noche de luz interior, donde el
momento alcanzaba ese instante único y soñado. Él le dio un beso, el beso más
bonito, más tierno, y más enamorado que pueda soñarse y ella le correspondió. “Y
solo Sevilla sabe…”
lunes, 24 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Blanca II
Amaneció un día soleado,
espléndido. Después aparecieron unas
nubes que, poco a poco, se transformaron en nimbos y cúmulos. A media tarde,
sonó un trueno lejano, luego otros más próximos. Al rato llovía copiosamente.
Mala tarde de toros para este San Isidro, pensó Blanca, que veía como caía el
agua al otro lado de los cristales.
Llamaron al timbre. No esperaba a
nadie. Se acercó a la puerta y por la mirilla que engrandecía las figuras con
su cristal de aumento, vio a un chico que tenía depositado un bolso de manos en
el suelo, junto a él.
Reconoció, aunque hacía mucho
tiempo que no lo veía, a Aingeru Gorriti. Sabía que había jugado con su hermano
a la pelota en el frontón de la calle José Achotegui y en una ocasión, de niño,
había sido un destacado aizcolari, ganando el campeonato de corta de troncos…
Abrió la puerta, y entonces él le
dijo que el padre Ander Echevarren que era amigo de su padre, con quien
compartía a veces, algunos txikitos, le había dado su dirección, que solo estaría
en Madrid unos días porque tenía que resolver unos asuntos y que se marcharía
en cuento hubiese terminado...
Blanca lo alojó en la habitación
que usaba su hermano cuando venía por Madrid y que ahora estaba libre. Le dijo
que la próxima semana ella estaría fuera porque participaba en un simposium de
Arquitectura, a nivel europeo en Florencia, por lo que se marcharía ocho o diez
días. Si tienes que irte antes, le dijo, me dejas las llaves en el buzón del
vestíbulo.
Hablaron durante un rato. Él le contaba
de la opresión a la que España sometía a su tierra, de cómo la policía tenía
pinchado el teléfono del aitak sendatu egiten du, pero que consciente de
ello solo lo usaba para hablar con el obispado…
Blanca tomó un vuelo Madrid-Pisa
y de allí, un tren de Pisa Centrale a Florencia-Santa María donde la
recogieron. Una mañana, durante el receso, la televisión informó de un atentado
en la Plaza Manuel Becerra, en Madrid. Sintió un vuelco interior. Ella, cada
mañana subía por Antonio Toledano, Paseo del Marqués de Zafra y Doctor Esquerdo
hasta esa plaza donde tomaba el metro de la línea 6, hasta la Escuela…
Llamó al teléfono de su piso. No
contestó nadie. Era media mañana, tampoco… Cuando Blanca regresó a Madrid, al
abrir el buzón encontró las llaves. Subió y sobre la consola de entrada había
una nota: Euskadi harro dago zurekin (Euskadi está orgullosa de ti). Se
sentó sobre la cama y arrancó a llorar amargamente…
domingo, 23 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Blanca
Blanca
Azpilicueta nació en un caserío del valle de Urcabuztaiz, en el Señorío de
Ayala entre Vitoria-Gazteiz y Pamplona. Su familia, por ambas ramas, era de
ascendencia vasca. Muy religiosa, bendecían la mesa y cada día, tenían la costumbre
de rezar al levantarse y a media mañana el Angelus, al caer la tarde, el rosario en familia. Los domingos acudían a
la iglesia de San Mateo Apóstol y escuchaban la misa de doce. Toda la familia
comulgaba. Luego tomaban unos chiquitos
y unos pinchos en el bar. Su padre Kepa, lo compartía con los amigos de la
cuadrilla.
Mientras
los adultos consumían las horas previas al almuerzo, los niños jugaban a las
canicas, y las niñas se balanceaban en
los columpios del parque infantil, que el Udaletxea había construido en
el espacio libre en la confluencia de dos calles. Cerraba el perímetro del
lugar de juegos unos alcorques de madera, sembrados de geranios rojos…
Un día,
Blanca decidió que estudiaría Arquitectura en Madrid y…
Blanca
tomó el tren expreso de la noche, Irún-Madrid. En la estación la despidieron su
padre, su madre y su hermano Aitor que ayudó a subir las maletas cuando se
abrió la portezuela del tren.
-
Cuídate mucho, alaba le dijo su madre.
-
Sí, ama…
-
Ten mucho cuidado…le dijo, su padre
-
Sí, aita.
Blanca
compartió departamento con una señora mayor, enlutada, que usaba guantes y un
perfume selecto. La saludó. La señora le correspondió y ella colocó las maletas
en sus lugares apropiados cerciorándose de que estaban bien encajadas, sin
peligro de desplazarse cuando el tren alcanzase velocidad.
De
madrugada, el tren llegó a Miranda de Ebro. La ciudad era un paño de luces
parpadeantes esparcidas en la oscuridad. Todo era silencio, salvo el ruido
propio del vapor que salía por las espitas de la máquina. No subió mucha gente
al tren que solo estuvo estacionados unos minutos.
En Venta
de Baños, la parada fue un poco más larga. Un operario con uniforme azul y cara
de insomnio, golpeaba con una maza de hierro las ruedas del tren. De cada golpe
salía ruido agudo, que se perdía por la
estación.
Blanca
llegó a la estación de Príncipe Pío con las primeras luces del día. Madrid
despertaba entre vahos y gentes por las calles. Blanca se alojó en el piso que
su familia tenía en la plaza de la Fuente del Berro, número 27…
sábado, 22 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Mala pinta
El único cementerio que he
visitado por voluntad propia, ha sido el de Montmartre, en París. Ahora parece
que camino por panteones de muertos-vivos que van a alguna parte. ¿Esto es el
comienzo del Apocalipsis? Si no lo es, al menos tiene muy mala pinta.
Las cosas no van bien. Da la
impresión de haberse perdido el control, de fracaso personal y colectivo. Todo
es un vocerío de mercado donde cada uno pretende vender su mercancía. Según él,
la mejor. Según los resultados, como que no .
Cunde el desencanto. Hay una
tristeza que flota y que está ahí como si hubiésemos perdido la ilusión de que
mañana, con un poco de suerte tras el amanecer, vendrá la vida. Esa vida que es
la chispa que empuja y nos ayuda a subir la cuesta.
El pesimismo está generalizado.
Se habla con los amigos y el tema de conversación es el mismo: pandemia, palos
de ciegos de quien tiene que guiar, ‘lavaero’ de políticos culpándose
unos a otros, y las soluciones que llevan un poco de esperanza, se saben que
están, no sabemos dónde, y se las esperan. Ojalá que para mañana no sea tarde.
La economía – que dicen que mueve el mundo – está a punto
de hacerse, si no se ha hecho ya, añicos. Se han quedado los aires sin aviones,
los aeropuertos son espacios fantasmas y hay un ruido sordo, de empresas que
bajan las persianas sin la esperanza de volver a subirlas pronto.
Me decía un amigo, que estos
tiempos no son los peores de la historia de la humanidad y que desde el ‘homo
sapiens’ hasta hoy, se han alterado los procesos de crisis con otros de
bonanza. Me refrescaba la memoria con aquello que se llamaron las siete Plagas
Egipto. Claro, cuando nosotros estudiábamos Historia Sagrada, supimos de
langostas (la de los platos que les pagamos a algunos espabilados, no, las
otras), de sequías, de vaca flacas, de…
Todo aquello nos abría los ojos,
como dicen que se abrió el Mar Rojo, y nos asombraba a los niños ávidos de
conocimientos. Ahora, nos coge con los palos de la vida sobre las costillas y
el desencanto en la mochila. Mi amigo Juan Gaitán me dice, que sí, que es
verdad que tiene muy mala pinta, pero que resistamos. Un vez más, querido Juan,
intentaré hacerte caso.
viernes, 21 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mañana
¿Sabes? Hace un rato que
amaneció. Ahora ya se le nota a los días que vamos camino, despacio y lento pero
inexorable, hacia el equinoccio, y amanece un poco más tarde. Hasta bien
pasadas las siete no es día pleno, aunque la luz apareció por el otro lado de
los montes de enfrente como un halo de fuego. Hasta que no pasa un rato, no
está el sol arriba, en el horizonte.
Hoy, por no sé qué extraña razón,
lo necesitaba y me he puesto como música de fondo, “La mañana”. Es una
obra de Edvard Grieg, de esas que llaman
“música incidental”. La escribió por encargo de Ibsen para acompañar su obra, Peer
Gynt. Esa música, la música incidental, es la que abre una película, una obra
de teatro, la que suena y apoya algunos momentos, la que conduce al espectador
y a veces la recordamos más que la propia película o a la obra de teatro.
Cuando yo era un muchacho, un
hombre que tenía un buen gusto musical, me enseñó – nos enseñó - a deleitarnos
con obras como ésta y otras más, y entonces supimos que algunos hombres que
tiene un espíritu tocado por la mano de Dios, nos ofrecen piezas de música para
regocijarnos por dentro.
Y desde entonces, escucho a
Dvorak, a Sibelius, Albinoni, Vivaldi, a Falla, a… Bueno, muchas. En otras siento algo distinto y voy y me
sumerjo, en ocasiones, con el maestro Rodrigo por los jardines de Aranjuez y
sueño con el río que va lento, y con las hojas que caen en otoño, y con las nubes
que se columbran por el cielo por encima
de los plátanos, y con las magnolias florecidas en mayo, o con la rosa aquella
solitaria como yo, en un arriate…
Grieg era un hombre del norte de
Europa, de Bergen, Noruega, y desde allí nos envió una pieza única. Se ve que
los espíritus selectos pueden nacer en cualquier parte: en los países ahítos de
sol como el nuestro, o en otros donde las nieblas y el frío intenso dominan
durante muchos días del año…
jueves, 20 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Hoy
Esta mañana las noticias de la
radio nos bombardeaban con una batería de problemas. ¿Tienen arreglo? Me
acuerdo del proverbio árabe “ si los problemas tiene solución ¿por qué te
preocupas? Y si no tienen ¿por qué te preocupas?
Eso queda bonito como literatura.
La realidad es otra. De aquí en quince o veinte días, los niños estarán
acudiendo a las escuelas, los hospitales cada día más llenos, y la economía por
los suelos. Tan por los suelos, que dicen que hemos superado los ratios más
sombríos. ¿Qué hemos hecho mal, tan rematadamente mal, para estar donde
estamos?
Obviamente no tengo las
soluciones. Se me ocurren algunas ideas, peregrinas. La primera, urge sentarse
todos – absolutamente todos - a hablar y a lo mejor en esa tormenta de ideas
aparece una que es la menos mala. ¿Por qué no lo hacen si los ciudadano lo
estamos pidiendo a voces?
Sanitariamente, a lo mejor, un
comité de expertos – pero de expertos de verdad – podría aportar un poco de
luz, de orientación, de camino a seguir. Y si a lo peor algunos se empeñan en
seguir siendo tan burros que no quieren aprender, hay un palo que ciertos
burros entienden a las mil maravillas: palos al bolsillo. Son los más
dolorosos.
La economía pide otras medidas.
Dicen que ante las grandes catástrofes – ésta tiene un montón de papeletas para
serlo – se responde con obras públicas. Obras públicas de verdad, las del Plan
Zapatero, no, por los clavos de Cristo, esas no, no.
La foto que pongo es de esta
misma mañana. ¿Se imaginan un plan a nivel nacional de limpieza de ríos y
cauces? Respeto, por supuesto, a los caudales ecológicos, a la flora y a la
fauna y abriéndoles sus cajas oportunas para que cuando dentro de muy poco
lleguen, que llegarán las gotas frías, tengan sus salidas naturales?
¿Se imaginan un acuerdo de los
Ministerios correspondientes con las grandes eléctricas de España, para colocar
algo tan simple como tomas eléctricas en todos los garajes, con un coste
amortizable por los usuarios en un tiempo tan prologando que no sea una carga,
ahora que el coche eléctrico llama a la puerta?
¿Creen que sería un disparate una
repoblación forestal de Roncesvalles a Tarifa, desde el Cabo de Gata a
Finisterre, del Cabo de Creus a Ayamonte?
La cadena… ¿Cuántos puestos de trabajo aparecerían de la noche a la
mañana?
miércoles, 19 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Amanecer
¿Sabes? Echo mano a los versos de
al- Mutámid : “La noche descuidaba su vestidura / hasta que apareció ante
sus ojos una señal evidente / me detuve allí perplejo/ la mano de la aurora me
había robado las estrellas…”
Y entonces, porque sé que estás
ahí, busco en las sombras tu mano, y la encuentro en el silencio que nos
envuelve, y sé que, porque te siento, que mana como de la fuente una corriente
de recuerdos, de vida compartida, de todo lo que fue nuestro, y que el destino,
en un momento cualquiera, dejó roto por un tiempo.
Presiento tus ojos profundos
llenos de misterio, que me miran desde el otro lado de las nubes, que pretenden
poner una cenefa de pespuntes de arreboles en un cielo limpio, azul, etéreo… ¡Fue
tantas veces tuyo y mío, nuestro! En silencio, da paso a la aurora que le ha
dado orden de recogida a las últimas estrellas…
Los puntos de luz de las farolas,
alumbraron la arena durante las horas oscuras. Compiten, en un pulso de altura
que ya tienen perdido, y ellas lo saben, en pugnan con las palmeras, que sienten por las noches como la niña aquella de la copla, que “las olas le bailan por soleá”.
Ha llegado hoy también la aurora
como siempre. En estos días de zozobra y preocupación, de incertidumbre que se
ciernen sin que sepamos cómo podremos
superarlos, parece que nos trae un mensaje de esperanza. La vida sigue y a la
oscuridad le aporta una luz distinta, como la luz que da la pasión oculta.
Hay un rumor de violines…
¿Violines? ¿acaso no son las olas diminutas, acariciadoras, perlas de nácar
esparcidas a voleo que vienen a dar en el rebalaje, un poco más allá, solo un poco,
de donde se apagan las tinieblas y vive la luz?
No han madrugado las gaviotas, no
hay veleros en el horizonte, esos veleros que van a alguna parte… Esos veleros
de preguntas sin respuestas: ¿de dónde vienen esos veleros? Y me paro y pienso,
y me quedo con la palabra de al -Mutámid, y sé que hoy, la luz de la aurora me
ha robado las estrellas…
martes, 18 de agosto de 2020
Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Paisaje
Decía mi maestro, Manuel
Alcántara que “el paisaje es un estado de alma”. Al maestro, obviamente, no se
le discute, pero si él hubiese visto los vientos que corren por estas esquinas,
a lo mejor nos habría acuñado otra frase, igual de buena, pero con otras
posibles salidas.
Si se abre cualquier periódico –
además de ver la tendencia editorial – se ve que esta preocupación sanitaria es
de una magnitud difícil de calibrar. Los más optimistas dicen que en los países
desarrollados la cosa puede durar hasta finales del año que viene. A uno se le
ocurre aquello de “largo me lo fiais”.
Dicen mis amigos – Paco Valverde,
acaba de reabrir el grupo, que teníamos en estado durmiente – que es una
alegría de reencontrarnos, de darnos abrazos y saludos, de desearnos todo lo
mejor…. virtualmente, claro. ¡Con las ganas que tengo yo de dar abrazos de verdad, leñe!
Por parte de la economía están
saliendo conclusiones donde el listón no lo ponen tan lejos como la salvación
sanitaria. Hablan que el otoño, sí, ese que entra el día 21 del mes que viene
aunque hoy aquí hemos estado casi con las puertas del infierno abiertas de par
en par, va a ser de “padre y muy señor mío”. La recuperación para más tarde,
bastante más tarde.
Lo creo. Se de un empresario de
autocares que para el mes que viene tenía contratados 21 circuitos por tierras
de Andalucía con grupos de turistas franceses. El número de confirmados va por
cuatro… Los restantes 17 se han volatizado.
Desde que escribo en estas
páginas me propuse no hablar de política. Hasta ahora lo cumplo, pero ¿sería
mucho pedir que las personas a las que hemos votado se sienten de una puñetera
vez y, entre todos, intente buscar - no
digo que lo encuentren, que a lo peor, es que no pueden – un medio arreglo que
nos lleve algo de optimismo y esperanza en estos días en que parece que se
cierran todos los puertos en medio de una tempestad enorme?
Me quedo con aquella sentencia de
don Miguel de Unamuno. De él se han dicho muchas cosas que no son ciertas pero
cuando vio como estaba el patio y dijo aquello de “¡Dios, qué paisaje, qué
paisanaje! ¿A qué no estaba muy equivocado?
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