Hay profesiones que suscitan admiración.
Algunos de los que transitamos en el
devenir diario no damos con la tecla para saber dónde escarban, dónde cogen
fuerzas, dónde buscan el empuje necesario para emprender la tarea sin
achicharse.
Quizá, por los tiempos que corren,
los sanitarios en estos momentos estén en la cúspide de la admiración. Se lee
que no han tenido medios, que los han dejado solos y que han luchado, a brazo
partido, contra una marea que se les ha venido encima de una manera
desorbitada. (Todavía hay quienes van a las consultas y les insultan y les
agreden. Esos son otros lópeces).
Hay un número imposible de
contar: religiosos, maestros, servidores públicos, guardias civiles, policías,
voluntarios, personas anónimas… Se dan al servicio de los demás en el desempeño
de su trabajo o en asociaciones de carácter religioso o laico, da igual,
impulsados por su fe, por su vocación, por su filantropía o por la bonhomía que
llevan dentro. Llámele como quieran. Están ahí soportando, a veces, los
bofetones de la incomprensión, que son los que más duelen, por parte de muchos
que no les dan un palo al agua.
¿Qué decimos de esas familias que
hacen encajes de bolillos, donde padres, madres e hijos se las ingenian para
llegar a mediados de mes? Hay gente que lo está pasando mal. Hay quienes tiene
la rara habilidad, incluso, de disimularlo porque les da un poco de rubor que
otras personas conozcan que ellos no están bien.
Me decía ayer un amigo si yo
pensaba que de esta situación vamos a salir más fortalecidos. Tengo mis dudas.
¿Se le puede pedir más a un sanitario, a un sacerdote, a una religiosa
desconocida, a un voluntario de Cáritas o de Cruz Roja, a un guardia civil…,
por ejemplo?
Hay un montón de gente egoísta.
Esos, lo saben todo y desobedecen sistemáticamente los consejos que pretenden
poner una barrera al huracán que nos azota. Ellos no, las normas son para los
demás. Ellos tiene más calor que nadie, más necesidades que nadie, más cara
dura que nadie y ahí aparecen las estadísticas de locura con las que cada
mañana nos despertamos…
Imposible hacer un listado de generosidad.
Me quedo con la gente admirable. Desconocemos sus nombres, pero son únicos e
imprescindibles, por su esfuerzo esto que
llamamos mundo, funciona. Gracias.
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