sábado, 8 de agosto de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La muerte de Velázquez






Hace unos días, el seis de agosto, se cumplieron trescientos sesenta años de la muerte de Diego Rodríguez de Silva Velázquez en Madrid, donde vivía como  pintor de Corte.

Murió después de regresar de un viaje a Fuenterrabía donde el Rey de España, Felipe IV, en la Isla de los Faisanes, dio a su hija, la Infanta María Teresa, al Rey Sol, Luis XIV de Francia, como esposa y ‘pago’ de una de la cláusulas del contrato de la Paz de los Pirineos, donde España le entregaba el mando a Francia.

Velázquez, en su cargo de Aposentador Real, fue el responsable de preparar la decoración del acto. Viajó desde Madrid por Guadalajara, para evitar el paso de Somosierra, y Burgos hasta San Sebastián. Allí permaneció un tiempo relativamente corto, hasta finales de julio, y desde donde se extendió la falsa noticia que corrió por Madrid de su muerte, por lo que al regreso de la comitiva real, su presencia fue el asombro de sus familiares.

Era un hombre de estatura baja, bien formado y entrado en carnes sin estar gordo.  De color cetrino, pelo negro e intenso y mirada profunda, flemático y muy tardo en sus reacciones. Asistía a la decadencia de España, que no se su obra, con enorme dolor. En 1656 pintó La Meninas y en 1657 las Hilanderas. Obras cumbres de su pintura.

En la mañana del 31 de julio de 1660 después de estar con el Rey se sintió indispuesto. Por uno de los pasadizos de Palacio, se retiró a su casa. Fiebre alta y malestar general. Llamaron a Venancio Moles, médico de la familia que certificó “fiebres tercianas sincopal minuta”. Hoy se sabe que las produce un protozoo similar al que causa la viruela y la malaria.

Enterado el rey, envió a sus dos médicos de cabecera Miguel de Alba y Pedro de Chávarri. Coincidieron con Moles en el diagnóstico que en aquel tiempo era mortal. Los remedios curativos hoy inducen a risa: “una copa de vino templado, después de las comidas” por ejemplo…

Sobre las dos de la tarde del día seis de agosto, muere a los 61 años, el genio más grande de la pintura que ha dado España. Nacido en Sevilla en 1599, lo enterraron en la desaparecida iglesia – sus restos también – de San Juan Bautista con el hábito de la Orden de Santiago…




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