En
el Rincón de la Victoria, gira a la izquierda. El primer pueblo que encuentras
es Benagalbón, lo dice el indicador de carretera.
En
el Rincón de la Victoria – “en el rincón del Rincón” vivió el maestro Alcántara.
Desde su terraza veía los barcos venir y el azul del mar, su vecino de
enfrente.
Dicen
los papeles que Benagalbón fue fundada por miembros de la tribu bereber Galb-un
(que yo no sé lo que significa) y que durante mucho tiempo vivió de la producción
del vino y de la pasa. Luego, cuando la construcción del ferrocarril de Vélez,
ese del que la copla decía que en “cayendo cuatro gotas se le mojan los
papeles”, ese, desplazó la actividad económica hacia la orilla de la mar…
A
principios del siglo XX también vivieron unos hechos enormemente tristes con
muertes de por medio y enfrentamientos de vecinos. Se conoció como la “Tragedia
de Benagalbón”. Muy duro, de las cosas que mejor olvidarlas.
A
Macharaviaya yo tenía la costumbre de ir a comprar vino en las cercanías de la
Navidad, pero a lo que hay que ir es a estudiar el poderío económico y militar
de los Gálvez, familia importantísima en la Historia de España y de América. En
el siglo XVIII dio a España cinco hombres de Estado No es cualquier cosa, no.
Matías,
Capitán General de Guatemala y Virrey de Nueva España; José, marqués de la Sonora y Visitador de
Nueva España; Miguel, impulsor del montepío de cosecheros de vino, aguardiente,
pasa, higos, almendra y aceite de Málaga. Embajador en Prusia y Rusia donde desarrolló
el comercio de los vinos de su tierra; Antonio, el menos importante. Su vida
fue muy corrupta y llena de escándalos que tapaba la todopoderosa familia.
Bernardo,
el más brillante, militar y político. Sustituyó a su padre como Virrey de Nueva
España. Participó activamente en la Independencia de EE. UU.
Macharaviaya
tuvo un Banco Agrícola y la Real Fábrica de Naipes pero si por algo, además,
hay que acercarse allí es para saber que
en el anejo de Benaque, nació el poeta Salvador Rueda precursor del Modernismo.
Su infancia de niño pobre, dura y llena de carencias. Su sensibilidad rompió
moldes, dice de él: “aprendí administración de hormigas; música, oyendo los
aguaceros…” y a quien Málaga – se
está tardando mucho en reivindicarlo - dejó morir de mala manera en la Coracha…
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