miércoles, 27 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. Plagas







Con la llegada del buen tiempo han aparecido las plagas. Si no tuviésemos bastante con el bicho que nadie ve pero que sabemos que existe, ahora aparecen los insectos. Dicen que todos son necesarios pero la verdad que cuesta creerlo.

Un ejército de hormigas sale de los lugares más insospechados y, además, con muy difícil acceso para llegar hasta ellos. Bastidores de puertas, escalones, marcos y quicios de ventanas, losetas en los rincones de la casa. Están perfectamente organizados y llegan como un ejército invencible. Toman posesión de lo suyo.

Por las noches, a la luz de la pantalla del ordenador no hay palomita grande o pequeña en tropecientos mil metros a la redonda que no venga a dar su paseíto y a dejar constancia de que ellas también existen, como Teruel, pero incordiando…

No se quedan atrás avispas, tabarros,  y otros bichos voladores. Acuden con el aguijón cargado de veneno, como algunos políticos que tenemos en mente, sí, sí como esos, y casi con tan mala leche como ellos. Te dan el picotazo, te dejan hecho un cristo y no lo sé pero en su fuero interno seguro que están hasta disfrutando.

¿Dónde dejamos a los mosquitos? Agudos, finísimos, casi invisibles… Algunos vienen con una trompetilla anunciando que están ahí. No los ves, ni de venir, ni de posarse sobre tu brazo, solo que un momento determinado sientes un picor y comienza la rasquiña. Recuerdo aquello de “por la mañana el rocío “ al mediodía la calor / por la noche los mosquitos / no quiero ser labrador”.

Hay más, sin miseria. Son unas arañas -las de ocho patas-  minúsculas. Se mueven con gran rapidez y cuando pican – naturalmente, acuden siempre por sorpresa – notas una enorme roncha, rojiza, potente que muy pronto va a más, tan a más que si te encuentras con alguien la pregunta inmediata es ¿ “qué bicho te ha picado”?

Y, las moscas, ¿dónde dejamos a la moscas? Que no, que no estoy pensando en los telediarios. Pienso en las otras. Abejorros, moscardones…

Dicen que todos los insectos son necesarios. Las abejas, al menos nos dejan la constancia de su presencia a modo de miel, otros las consideran esenciales en la polinización e imprescindibles para la vida, pero algunos que yo me sé, esos que usted y yo estamos pensando piden el flis a voces… ¡Qué Dios nos coja confesados!




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