A bien decir, la Feria Real, o
sea la feria de verdad, era la que se celebraba en los primeros días de agosto,
el uno, dos y tres. Había otra feria, la de septiembre, durante los días
veinte, veintiuno y veintidós. Era una feria de segunda división. El último día
se llevaba a cabo la romería. Por la mañana se trasladaba la Virgen de Flores
al convento y retornaba al pueblo al
caer la tarde.
La imagen cuando la cosa se puso
‘fea’ en los años anteriores a la Guerra incivil, por acuerdo unánime, y temiendo por su
seguridad, la trasladaron a la parroquia. Se ubicó en sus andas, junto al
cancel de entrada por la puerta de la calle de Atrás… En el convento había una
ermitaña, Anica, y su hijo Juan, “Juanico, el del Convento”, que custodiaban el
recinto, pero esas personas eran insuficientes para poder controlar a una turba
desalmada que podía hacer cualquier disparate.
La Feria, - que me voy del tema - , nació en torno a la
festividad religiosa de la Porciúncula, fiesta donde los franciscanos
celebraban la reconstrucción por el propio San Francisco, de una pequeña
basílica junto a la iglesia de Santa María de los Ángeles que celebraba la
Asunción de la Virgen…
Durante esos días, en la
parroquia de Álora – el convento ya desamortizado, sin la imagen de la Virgen y
en ruinas, no tenía culto – se construía una pequeña capilla con macetas y
flores donde las personas piadosas acudían para ganar el ‘jubileo’ haciendo
tres salidas esporádicas hasta el panteón entre rezos.
El mundanal ruido iba por otros
derroteros. La venta y compra de ganado – vacas y bestias en la haza de Bernabé,
y cabras, ovinos y cerdos, en el olivar, al otro lado de la carretera –
generaba algún dinerillo al que se le daba opción de mover: tabernas para los
grandes, un circo, carricoches para la gente menuda…
El muchacho era muy corto. Una de
las noches, se ‘arrimó’ a la niña que, naturalmente, se colocó en medio para
demostrar un cierto desdén… En uno de los pocos momentos él le pregunta:
-
Y, tú… ¿cómo te llamas?
-
Mariana, respondió, y ¿tú?
-
Bartolo…
Al rato,
casi continúa el monólogo.
-
Tú ¿de dónde remaneces?
-
De Poco Pan… Y ¿tú?
-
De Poca Agua…
-
¡Vaya carrera llevamos nosotros! Dicen que comentó
Bartolo…
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