sábado, 23 de mayo de 2020

Una hoja suelta del cuaderno de bitácora. La mujer de Azul. IV








Relato corto. La Mujer de Azul.  IV (Viene de III)

Y entonces él tomó su mano, entornó los ojos y musitó casi de manera imperceptible: tú eres el zumbido del viento lejano en las montañas, y la brisa que llega al alféizar de mi ventana cada mañana, tú eres la belleza del campo en primavera y los azules del amanecer del otoño, tú eres la lluvia suave que cae sobre las flores del jardín, tú eres…

Y ella, que no decía nada, asentía y hacía suyas aquellas palabras de amor escapadas como suspiros de un alma anhelante. Entornó los ojos y veía el azul de las olas que siempre llegan detrás de la cresta de nácar que las corona, y vio veleros lejanos envueltos en azules… Ella no hablaba y lanzaba un mensaje desde la mirada enigmática en el lienzo…

Escuchaba sus pasos silentes cada vez que pisaba, al cruzarlo, el suelo de mármol del museo, los conocía, los identificaba y sabía que eran los pasos suyos, los de él y no los de otro. Cuando se retrasaba, siempre lo echaba de menos y pensaba en el momento de su llegada…

Juntos habían caminado por los paisajes de Pont-Aven y Pouldu, juntos habían pasado veladas y habían visto la evolución de la luz  en Rouen, a orillas del Sena, antes que regase la llanura de Giverny, juntos habían subido por Montmartre a Le Sacre Coeur, juntos habían sabido de los acantilados de Port Bou y de Colliure. Juntos sabían del azul del mar en las tardes de Tramontana, y de almendros en flor en las colinas en lo más crudo del invierno…

                                                                                                                                    (Continuará…)




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